Derechos Humanos / Anuario Edición 2021

16 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2021 Además, también ha significado integrarme al resto de las compañeras que están en la misma situación que yo; fue ya no sentir ese vacío abismal de estar sol@s, de no saber a dónde ir, qué pasos o camino a seguir; ahora caminamos juntas, nos fortalecemos. Pues quién más que otra madre para saber el dolor de ya no tener a nuestras hijas con vida. Es un irnos fortaleciendo, porque hay momentos en que sí, las fuerzas merman. Ver que el tiempo pasa y la investigación no avanza sí resulta desgastante, porque déjame decirte que no me canso de decir que pareciera que hay un común denominador entre nosotras y el actuar de las fiscalías a lo largo y ancho del país (salvo Ciudad de México que he visto que está dando grandes cambios a favor de nosotras). Te decía, ese común denominador es la impunidad. También pareciera que hay una consigna, que es desgastarnos en todos sentidos: físico, emocional, económico, y es muy, muy difícil. Entonces, llegar al Observatorio es como que cruzar la línea hacia la esperanza. Eso es lo que simboliza para mí, la esperanza de lograr esa verdad y esa justicia. Ana Gamboa: Claro. Gracias por compartir estos significados, me quedo pensando en cómo ahora que desafortunadamente has vivido la muerte de tu hija, tu vida ha devenido en muchos cambios. ¿Consideras que ha cambiado tu mirada en torno a la defensa de los derechos humanos antes de lo sucedido y ahora? ¿qué tanta cercanía o lejanía habías tenido con las organizaciones que trabajan en la promoción y defensa de los derechos de las mujeres? Patricia Becerril: Lamentablemente yo era ajena a esta situación. Desconocía que había organizaciones. Aunque bueno, ajena entre comillas, porque pues sí obviamente aquí a la Ciudad de México, nos llegó la lamentable noticia también del feminicidio de Fernanda, de Mara Fernanda Castilla. Cuando vi las noticias pude ver que entrevistaron incluso a uno de nuestros asesores jurídicos del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio. En ese momento, pues totalmente ajeno a mí, a partir de esa noticia mi corazón ya no estuvo tranquilo al saber que Zyanya estaba en Puebla sola. Todavía no vivía nadie con ella y sí, empecé a inquietarme de que algo pudiera pasarle, pero pues también por otro lado mantenía cierta tranquilidad porque soy una mujer de fe y siempre le pedía a Dios que la cuidara, que la protegiera. Zyanya era una chica muy, muy respetuosa, muy disciplinada. En mi temor de la primera vez que la llevamos a Puebla, me preguntaba qué iba a hacer sin nosotr@s, pero para nuestra sorpresa fue conducirse de una manera muy responsable y eso, como papás te da tranquilidad de saber que hicimos bien nuestro trabajo ¿no? Darle esas bases a nuestra hija, valores que se reflejaban en su desempeño viviendo sola. Pero sí, la noticia de Mara empezó a inquietarme, porque a pesar de que conseguimos una casa muy cercana al Hospital del Niño Poblano, a veces Zyanya salía muy temprano de la casa, a las cinco de la mañana y tenía que caminar sola hacia el hospital. Tiempo después de que Zyanya llegó a Puebla, abrieron en la esquina un bar, y eso me inquietaba más porque le pudiera pasar algo, porque sabíamos que en su trayecto iba a haber en la madrugada gente alcoholizada.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3