Derechos Humanos / Anuario Edición 2021

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2021 123 sarrollo nacional, como sector de exportación y satisfactor de necesidades domésticas, a ser solamente un generador de ciertas divisas en casos muy particulares y determinados. Esto, en el marco de la doctrina neoliberal, se traduce en que sólo aquellas áreas del agro que sean redituables se mantendrán, por lo que no existe justificación para programas que promuevan el desarrollo económico en el ámbito rural en general (Hewitt, 2007, pp. 91-92). De este modo, el gobierno ha seguido una “política sustentada en desestimular la producción de los pequeños y medianos productores, orientando hacia ellos programas asistencialistas, lo cual ha generado la devastación de la mayor parte de las unidades productivas” (Rubio, 2015, p. 68), ignorando igualmente las recomendaciones de diversos organismos multilaterales que buscan que se impulse la agricultura familiar. Partiendo de lo expuesto, tanto el agronegocio como los movimientos sociales rurales están intentando reterritorializar los espacios rurales, lo cual se traduce en la reconfiguración de los mismos en favor de sus intereses o su propia visión. Mientras que la agroindustria busca la extracción máxima de ganancias, los movimientos sociales rurales buscan defender y construir comunidad. Situación sumamente significante, en tanto la lucha no sólo es una batalla por las tierras en sí, es decir, por el territorio material, sino también una batalla de ideas, enmarcada en el territorio inmaterial (Rosset y Martínez, 2016, p. 279). Por último, se menciona que la revolución verde mitigó parcialmente el hambre en el mundo, mediante un incremento exorbitante de las exportaciones de granos. Sin embargo, no previó los daños ambientales y sociales, a la par de la sobreexplotación de las tierras y el uso desmedido de fertilizantes y productos químicos que, a través de sus paquetes tecnológicos, proponía a los productores rurales (Herrera, 2013, pp. 140-142). En contraparte, en el mundo de vida campesino, la lógica de producción está relacionada con la autosuficiencia alimentaria, lo que no implica estar al margen del mercado, sino que los mecanismos de reproducción social los satisfacen a través de múltiples actividades, de las que logran obtener ingresos para solventar los gastos que se derivan de la unidad familiar: alimentación, ropa y calzado (Noriero y Massieu, 2018, p. 192). Por lo que, en última instancia, podemos referir que existe una lucha entre el capital y el trabajo, entre la ganancia y su acumulación, y los derechos de un grupo social históricamente desfavorecido. Desarrollo rural, seguridad alimentaria y soberanía alimentaria A partir de los años 60 emerge el concepto de Desarrollo Rural Integral, el cual busca lograr un equilibrio armónico entre las variables que intervienen en los procesos de desarrollo rural. Este concepto tiene un estilo ecléctico, que busca una amplia participación institucional con el fin de elevar la productividad agropecuaria mediante la acción colectiva, a efecto de influir en el bienestar de la población. Se señala que conceptos como autodesarrollo y desarrollo endógeno se vinculan al mismo (Herrera, 2013, p.145). Este modelo es promovido por los organismos financieros internacionales bajo el paradigma de la revolución verde, con el objetivo de mantener las relaciones en la tenencia de la tierra, dando inicio a la agricultura intensiva capitalista (Olivera e Ibáñez, 2021).

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