Derechos Humanos / Anuario Edición 2021

12 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2021 de mi hija. Soy María Patricia Becerril Gómez, madre de Zyanya, una joven médica que apenas contaba con 26 años, egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam); Zyanya se encontraba en la ciudad de Puebla haciendo su especialidad en Pediatría, cursaba ya el segundo año en el Hospital del Niño Poblano; y fue la tarde del 15 de mayo del 2018, cuando recibí esa letal noticia de que mi hija había sido encontrada sin vida en la casa que rentaba. Desde un inicio, las autoridades de Puebla lo clasificaron como un suicidio, prejuzgando como sucedieron los hechos, por una supuesta carta póstuma que fue encontrada. Quisiera enfatizar que fue prejuzgando, mas no investigando. Nosotros como papás, teníamos un buen acercamiento hacia ella, una buena comunicación; no dábamos crédito a lo que en ese momento se nos estaba informando de manera tajante: “fue un suicidio, su hija se suicidó”. De inmediato, luego de que nos dieron la noticia, contacté a mi esposo, a mi hijo y nos fuimos hacia Puebla, pues nosotros radicamos en la Ciudad de México. En el viaje nos acompañó mi sobrino, pues yo sabía que cuando le diera la noticia a mi esposo [y] a mi hijo, ninguno de los dos iba a estar en condiciones de poder manejar hacia allá. En el camino, íbamos rogando que hubiera sido un error, que pudiera encontrarla con vida y no muerta, como me lo habían indicado. Cuando llegamos a la casa donde vivía Zyanya, no nos permitían el acceso hasta que alguien comentó “son los papás”. Nosotr@s ya íbamos directo a las escaleras, porque nos habían indicado que el cuerpo de Zyanya se encontraba arriba –era una casa de dos plantas–, pero nos detuvieron, que no podíamos subir; nos llevaron a otra habitación y nos dijeron, de nuevo, que supuestamente Zyanya se había suicidado. Escuchamos que el cuerpo ya lo habían bajado; nos permitieron ir hacia el área donde lo colocaron. Únicamente descubrieron su carita y nos permitieron, digámoslo así, despedirnos. Fue ahí cuando nos encontramos con esa dolorosa verdad, que Zyanya estaba sin vida. Entonces, conforme pasaban las horas, tratamos de encontrar una explicación de lo que había pasado, porque tenía pocos días que yo había estado con ella en Puebla. Iba cada mes para ver cómo estaba, para encargarme de entregar la renta a la dueña, a veces acordábamos que fuera en fin de semana pues Zyanya se encontraba en guardia. Entonces, también esa era la intención de que yo me encargara de eso y pudiera aprovechar el tiempo para compartir con ella. La última vez que vi a mi hija, no vi nada que me indicara una depresión, un deseo de no vivir o de no continuar en su formación, era todo lo contrario. Por eso, nada nos checaba que se tratara de un suicidio. Por ello, empezamos a pedir que se investigara su muerte. Teníamos la impresión de que las autoridades esperaban que nosotr@s tomáramos el cuerpo de mi hija, regresáramos a la Ciudad de México y ahí concluyeran las cosas, pero te repito, para nosotr@s eso no iba a suceder; desde que nos dieron la noticia, nunca hemos aceptado que se trató de un suicidio. Incluso estando en los rosarios,3 tuvimos que retornar a Puebla porque nos enteramos que la carta póstuma se había hecho viral, y a nosotro@s no 3 Los rosarios del novenario son un conjunto de oraciones que resultan de una práctica religiosa cuyo fin es interceder por medio de las plegarias, para pedir que el alma de la persona difunta consiga su eterno descanso.

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