DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 79 Parte justo de esta resistencia, que también llegó a través de la consolidación de una coalición de acciones diseminadas, de esta labor igual de sensibilización y de explicar los temas, pasó mucho, también, por la activación de las personas en los entornos digitales. Si bien con Salvemos Internet pudimos hacer una acción física afuera del IFT,6 para nosotros fue muy importante, por ejemplo, el involucramiento de un grupo de personas ilustradoras que hacen, cada viernes, un reto llamado viernes de ilustración y que decidieron dedicarle uno de esos viernes al reto de ilustración a Salvemos Internet; a socializar a través de infografías, a través de memes, este tipo de cosas. Al final, creo que la ciudadanía digital, o las ciudadanías, es algo que no se posee, sino es algo que se ejerce. O sea, legalmente sí, somos personas ciudadanas por la pertenencia a un territorio y por el tener acceso a ciertos documentos legales que nos identifique como tales; pero ya, hablando en un sentido mucho más amplio de qué es la ciudadanía, la defino desde el interés por los temas públicos. En todo caso, cuando un niño va y decide limpiar un parque o decirle a un adulto que no tire basura en un lugar público, se está interesando por su entorno, se está interesando por un tema público y está haciendo un ejercicio de su ciudadanía; del mismo modo en que también hay personas que, aunque tengan la condición legal de ciudadanos, no hacen este ejercicio. En ese sentido, me parece que los entornos digitales o las plataformas digitales pueden facilitar de alguna forma, que las personas hagan pequeñas acciones, pero también creo que se corre justo este riesgo de que todo se quede en la pequeña acción. Me parece que hay que pensar Internet, el activismo de Internet y en la ciudadanía de Internet, como este gran ecosistema donde, por supuesto, por un lado, estamos las organizaciones de la sociedad civil, que tenemos ciertas capacidades como el quizá un mayor expertise legal o una capacidad de incidencia y cabildeo mayor y, al mismo tiempo, está, por poner algún término llano, la persona que no necesariamente está involucrada, pero que está interesada en este tipo de luchas porque se puede ver afectada. Y que esas personas apoyan aportando justo esta legitimidad, este soporte, este respaldo desde la opinión pública; este sentir que, a las organizaciones de la sociedad civil, a la academia y a las instituciones, nos brindan mayor margen de acción. No es lo mismo ir al IFT a presentar 70 páginas de argumentos técnicos sin el respaldo de la gente, que írselos a presentar con 200 mil correos detrás, y no sólo con 200 mil correos que fue lo que obtuvo la campaña Salvemos Internet, 200 mil participaciones; sino también con la participación de organismos, como la oficina en México de la UNESCO, la oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, de la Fundación Wikimedia, de Creative Commons Global, de Mozilla e, incluso, Facebook, Give Hope, mandaron sus propios comentarios y con una postura que no está a favor del anteproyecto que presentó el IFT, sino que es más cercana a los argumentos que se esgrimen desde 6 Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
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