Derechos Humanos / Anuario 2020

338 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 propias vidas. Ahora la cuestión es preguntarnos si estamos rescatando la vida, si gozamos, deseamos, disfrutamos, reímos… Si en este enfrentar la muerte, también estamos construyendo vida. Hemos entendido ya, que nuestra lucha es por la autonomía de los espacios de sanación, cuidado, acogida, en donde podamos abortar consentidamente, en donde podamos crear conocimiento, espacios autónomos para develar también las contradicciones de nuestra lucha. Siguiendo la invitación al vuelo de Eduardo Galeano, nos atrevemos a delirar en estas líneas que están llenas de posibilidad. Nos atrevemos a enunciar que la revolución de los cuidados y del cuidado, propone una forma radical de relacionarnos con lo Otro, la Otra, nos enseña a tejer redes de cuidado, tan debilitadas por las frivolidades de la era del like y el share. Y pensamos nosotras, como parte de ustedes, desde el rinconcito del mundo que nos acoge hoy en la neblina de la sierra veracruzana, que llegará el día en que habitemos las calles sin tener que cubrirnos los cuerpos, que bailemos libres sin temor a ser juzgadas, que poseamos las tierras que con sudor trabajamos, que decidamos sobre el frutos de nuestros vientres, que las infancias sean amadas y deseadas, las madres no busquen, la tira no viole, que amemos libres a quién queramos amar, que podamos parir mujeres sin miedo a que sufran por ser mujeres, que nos nombremos por quienes somos y no por lo que nos impongan de acuerdo a lo que llevamos entre las piernas. Vendrá el tiempo en que Anahí aparezca con vida, que Fátima crezca libre, que la brillantina decoré las plazas como un recuerdo de los tiempos en que aún clamábamos por justicia. Llegará el día en que, como dirían las compañeras zapatistas, discutamos por cosas chiquitas, porque ya no tenemos que priorizar la pelea por seguir vivas; en que las mineras, las hidroeléctricas y el mal llamado desarrollo dejen de violar a nuestra madre, en que dejen de violarnos a nosotras. Llegarán el día, el amanecer y la noche en que en lugar de cadáveres encontremos flores rompiendo los asfaltos y las aceras, en que nos acuerpemos no para contener tanta violencia desgarradora, sino por el mero impulso de cobijarnos entre nosotras. En que pasemos de las iracundas guerreras que luchan contra la muerte, a las mujeres sanando que comienzan a rehabitar la vida. Si deliramos un poco, un poco no más, en ese espacio podremos dialogar no desde nuestros muros identitarios, sino desde la certeza de que somos distintas, multicoloridas, que tenemos muchos frentes de trabajo, y que cada una está luchando contra un sistema hegemónico, colonial, capitalista, patriarcal, eurocéntrico, imperialista, racista, y un largo etcétera. Hay mucho camino por andar y nuestra invitación es al vuelo.

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