Derechos Humanos / Anuario 2020

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 329 y en muchas frases dichas: “ah… si a los hombres nos matan más, ¿qué tanta preocupación con el tema del feminismo y los feminicidios?” Es que los hombres nos matamos entre nosotros, el 95 % de los homicidios son cometidos por hombres, o sea, los hombres matamos otros hombres, matamos mujeres. Hay un dato del Inegi muy interesante. De todos los delitos que apunta el Inegi, todos menos uno, son cometidos mayoritariamente – cuando hablo de mayoritariamente, hablo siempre en torno del 70 % hacia arriba– por hombres, solamente hay un delito que es más cometido por mujeres, que es el tema del aborto en aquellos estados donde el aborto no está regularizado; el resto de los delitos: fraude, estafa, peleas, hurtos, asesinatos, violación, trata, todo lo que se le venga a la cabeza, son ejercidos mayoritariamente por hombres. Acá tenemos también otro dato: cómo este ejercicio de la masculinidad también nos afecta a nosotros, no somos sólo un peligro para el resto de la sociedad, sino también somos un peligro para nosotros mismos. El poco cuidado de nuestra salud reproductiva, dentro de lo sexual, lleva a que la mayoría de las muertes por VIH-SIDA sea en hombres; el tema del suicidio, el tema de la cirrosis de hígado, accidentes viales, consumo de drogas, consumo de alcohol, el ahogamiento que comentaba antes, la explosión a fuentes mecánicas, también, muchas veces, por la imprudencia que tenemos. La masculinidad hegemónica es un factor de riesgo para las mujeres, para otros hombres y para nosotros mismos, y para las niñas y los niños, que también son violados, principalmente por hombres y también por hombres cercanos a esos niños y niñas. De eso se trata, de reflexionar un poco el tema de la masculinidad, no significa que los hombres somos malos de por sí, así. Ustedes conocen a un hombre que sea empático, bueno, amoroso, cariñoso, igualitario, responsable. ¿Conocen algún hombre así? Levanten la mano. Pues sí, todos conocemos algún hombre así. No se trata de que los hombres seamos malos por naturaleza, no, esto es género, esto son cuestiones culturales que llevan. Y si hay hombres que pueden ser empáticos, que pueden ser amorosos, que pueden ser no violentos, eso significa que todos podemos, como hombres, llegar a eso. Se trata de eso, se trata de buscar a nuestros referentes más cercanos; buscar que tengamos prácticas igualitarias, apropiarnos de esas prácticas, repetirlas, generar relaciones entre nosotros mismos, un poco más vinculados a la no violencia y la igualdad, porque sí, sí podemos ser hombres no violentos, igualitarios, y eso va a ser beneficioso para todos. No sólo va a ser más beneficioso para las mujeres, sino también va a ser más beneficio para nuestros cuates, sus compañeros, y también para nuestra propia salud. Vamos a vivir más, vamos a vivir mejor, vamos a vivir más tranquilos. No sé, yo también me siento incómodo a veces cuando voy caminando por la calle, y algún cuate [se] me queda mirando, queda mirando a mi pareja, y pues yo ya siento esa necesidad de defender, o ponerme como a la defensiva, pero yo no quiero pelearme con nadie, yo no sé pelear, me van a partir, aunque supiese pelear, tampoco quiero lastimar a nadie; yo quiero vivir la vida lo más tranquilamente. En el metro, o en espacios donde por un mínimo empujón ya puede empezar una pelea; las peleas entre hombres empiezan por nada. Falta esto, que se caiga para que ya empiece aquí, una pelea, una trifulca, y que alguien le diga acá, a tal, y aquí y salte uno, y aunque éste haya iniciado, sus amigos van a salir en su defensa, y le van a pegar a los otros, aunque no tengan ni idea de lo que pasó, y ya se va a armar toda una pelea, así generalizada y, quizás, pues terminamos todos lastimados, y nadie quiere terminar lastimado. Se debe un poco de eso, de pensar en qué, buscar formas de masculinidad igualitaria, no violentas, salir de esos patrones tradicionales de la masculinidad hegemónica, pues nos va a traer beneficios a todos. No es un camino fácil, porque la sociedad es lo que es. Probablemente encontremos muchas reticencias, encontremos muchas amistades que, quizás, se nos va a complicar, cambiar. Uno también, cuando va entrando en estos procesos, se da cuenta que hay amistades, que, quizás, a uno, aunque las quiera mucho, aunque haya vivido cosas muy bonitas, pues yo no quiero estar viviendo con un tipo que, si sale pues, le gusta pegar, o le gusta estar ahí dirigiendo miradas lascivas a las chicas, o diciendo cosas, o provocando. Y cada vez yo puedo decir: “oye está mal, oye está mal”, pero hasta cierto punto, y también

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