Derechos Humanos / Anuario 2020

312 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 masacrados, desaparecidos, etcétera, principalmente jóvenes, mujeres, menores, en territorios específicos y un grupo notablemente afectado por estas prácticas, es el de los migrantes. Las violencias que ejercen estos grupos criminales se pueden entender como una suerte de tercialización del delito y de la violencia. Por ejemplo, en las redes criminales y mafiosas, los más jóvenes y los más pobres son justamente los que realizan las actividades más riesgosas y son los que pagan los costos más altos. Pero a su vez, las redes criminales se encargan de ejecutar, o son responsabilizadas, aunque no lo hayan hecho, por las violencias que provienen del mundo político y del Estado, es decir, que hay un doble desplazamiento, de las instituciones hacia el crimen organizado y del crimen organizado hacia sus terminales más débiles, lo que implica un desplazamiento social de los costos de la violencia, que termina impactando siempre en los grupos poblacionales más desprotegidos. Es por esto por lo que no me convence el concepto de guerra, o de campos de guerra, que algunos estudios aplican. No estamos viendo nosotros aquí un enfrentamiento entre dos fuerzas estatales como en una guerra; tampoco podemos pensar que es un combate entre el Estado y la mafia, justo por lo que decíamos, porque están coludidos, interpenetrados, aunque sea parcialmente, pero así sucede. Mucho menos podemos hablar de una guerra entre los grupos armados y la sociedad, porque la sociedad lo único que intenta frente a esto, es sobrevivir, es subsistir. En realidad, estamos frente a la ocupación de territorios por grupos económicos, políticos y delictivos, para alcanzar estos grupos una suerte de poder soberano, con el objeto de optimizar ganancias legales e ilegales, sembrando la destrucción social, natural y humana. Es decir, la destrucción de la vida. Se crean así lo que podríamos llamar territorios de muerte, porque son formas de organización política que están dispuestas a subordinar la vida, toda forma de vida natural, humana, social, a la rentabilidad y a la ganancia; están dispuestos a pagar un precio de muerte, de la muerte de muchos otros, para sostener sólo algunas vidas. Es decir, estamos frente a una biopolítica en el sentido de administración y selección de la vida. Esto no ocurre de la misma manera en todos los territorios, sino que hay un sistema de diferenciación. Hay algunos lugares en donde hay unas violencias descarnadas y abiertas y que son territorios que se controlan por el terror y que son, sin duda, la parte más mortífera de esta forma de organización neoliberal; y otros que tienen una exposición menor o, incluso, que aparecen relativamente protegidos por estos mismos procesos de desplazamiento de la violencia, que también en estos desplazamientos de la violencia, hay un desplazamiento de la responsabilidad por esta violencia. El Estado neoliberal desplaza la responsabilidad de sus propias violencias, haciéndolas aparecer como producto de actores particulares o autónomos. Ahora bien, todas estas violencias dan lugar a lo que podemos llamar políticas del miedo, es decir, prácticas que tienden a generar diversos miedos cambiantes y muy poderosos, dentro de la sociedad.

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