DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 311 nemos, por otro lado, las violencias represivas, las violencias contra la disidencia, la movilización, la protesta, que han ido reapareciendo en las más diversas sociedades neoliberales. Tenemos también muchas otras violencias, lo neoliberal se acompaña de muchísimas violencias, contra la naturaleza en el extractivismo, contra la sociedad, contra las personas; entendiendo que todas estas violencias son inseparables, pero que se despliegan de manera diferencial, según las particularidades territoriales y poblacionales. El extractivismo masivo, hay que decirlo, es parte sustantiva de esta gubernamentalidad, y es una de las violencias más graves que están presentes, aquí y en los diferentes países donde se aplica el neoliberalismo. Implica una serie de procesos que agotan la tierra, que alteran los ecosistemas y empobrecen dramáticamente la naturaleza y las sociedades. Las cámaras empresariales, mineras, petroleras, agrícolas, así como gran cantidad de gobiernos, incluso gobiernos que se designan progresistas, defienden el extractivismo argumentando, en algunos casos, que es inocuo y también lo justifican como supuesta alternativa para el crecimiento económico y la redistribución de la renta. Lo hemos visto en los diferentes países de América Latina. En realidad, ocurre todo lo contrario, en realidad el extractivismo conforma economías de enclave, dependientes, que miran principalmente hacia afuera, y que terminan oponiéndose, más temprano que tarde, a cualquier forma de gobierno que restringa su posibilidad de acumulación. El extractivismo actual prolonga y replica la extracción de riqueza del mundo colonial, hay una replicación de lo colonial y operan como un proceso de apropiación de los recursos naturales de la periferia, por parte de los grandes corporativos trasnacionales. Es necesario tomar en cuenta este asunto porque es absolutamente central, en este escenario; el extractivismo es una forma de despojo de los recursos de naciones y comunidades, porque hay que decir que, muchas veces, justamente las comunidades indígenas son las que están asentadas en territorios extraordinariamente ricos en este tipo de recursos. Por sus procedimientos, el extractivismo violenta la naturaleza y los seres humanos que la habitan, propiciando formas de expulsión poblacional, de migración forzada y violencias criminales y paraestatales, que generan enormes territorios de devastación y muerte. Así como las corporaciones trasnacionales pretenden el control de los enclaves territoriales que les permitan realizar una extracción rentable; las redes criminales intentan también un control territorial de aquellas regiones o de corredores territoriales que les garantiza la producción o los tránsitos ilegales, principalmente los de drogas y personas. Es interesante ver cómo ambas actividades se superponen en algunos mapas que se realizan, por ejemplo, en el estado de Guerrero, se puede ver cómo la extracción minera opera en las mismas zonas, o zonas muy cercanas a las que operan cárteles importantes de la droga. Esto no es irrelevante. Asociados o no, el asunto es que ambas actividades, tanto las criminales como el extractivismo, fragmentan el territorio y van configurando estructuras de poder locales. En algunos casos, ejercen la suerte de poder soberano, es decir, el poder sobre la vida y la muerte; un poder casi absoluto, un señorío en esos territorios, de alguna manera relativamente autónoma. Siempre señalo lo de relativamente autónoma. Entonces, en territorios controlados por el narco vamos a encontrar cómo se suspende el derecho y se viven Estados de excepción, de hecho, de facto, en los que impera el asesinato, el secuestro, la extorsión, generalmente asociados con instancias estatales locales, de distinto orden, pero instancias estatales locales, es decir, policía, militares, políticos, empresarios locales también, que son instancias no estatales, sino privadas; son todos esos ya parte de la red. O son parte de la red, o no pueden con ella, lo que importa es que se asocian en sus negocios, o los consienten de diferente manera. Todo eso conforma la gubernamentalidad neoliberal. Estas autonomías locales no están al margen del listado, son articulaciones de ciertas fracciones del Estado. Son unas articulaciones que permiten una penetración del Estado, una fragmentación del Estado, podríamos decir, que van agujereando, minando el Estado, las instituciones estatales, y van penetrándolas y convirtiéndose en parte constitutiva. Los poderes locales se ejercen a través de violencias descarnadas, que se exhiben como muestra de poder y de impunidad, de dominio absoluto sobre el territorio y sobre los cuerpos; ahí vemos nosotros, los vemos en los periódicos, restos de personas hombres y mujeres,
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