Derechos Humanos / Anuario 2020

290 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 quilos y tranquilas, aquí habitando nuestro cuerpo, vamos a hacer un giro de cuello, de esa forma, y vamos a hacer un giro muuuuuy, muchisísimo más lento, muchísimo más despacio y vamos a girar el cuello sólo de un solo lado. Los ojos cerrados, la boca semiabierta y vamos a dejar la tensión. Girando el cuello, soltando las tensiones que podamos traer y las cargas que tenemos, y que siempre cargamos ahí atrás en los hombros. Vamos todas y todos. Intentemos. Jugamos un poquito, nos dejamos, nos entregamos. Hacemos un giro muy lento. Hacemos tres giros. Soltamos los hombros, las manos, relajamos. Cuando terminamos los tres giros, vamos a poner los hombros, vamos a hacer un giro de hombros, inhalando y poniendo los hombros hacia atrás, así. Muy bien. Y como aquí no estamos solas ni solos, sino que existimos en comunidad, entonces nos vamos a girar a nuestra derecha y a nuestra izquierda y nos vamos a saludar, y si queremos, nos damos un abrazo, y si no, pues solamente las manos. Porque hasta eso se nos olvidó; con tanta violencia se nos olvidó que podemos también conectar. Eso es lo que nos urge, reconectar también de forma afectuosa, de forma respetuosa, con nuestro entorno. Eso tiene la guerra, eso tiene la violencia como objetivo, romper el vínculo; romper el vínculo social y romper el afecto. Después de esta introducción, quiero decirles que, efectivamente, hoy estamos viviendo un momento histórico en el movimiento de mujeres, en el movimiento feminista y en la vida de las mujeres. Ya no estamos dispuestas a aguantar, esa es la buena noticia. Esa es una gran noticia. No estamos dispuestas a aguantar, ni a someternos, ni a callarnos más la violencia, ni las violencias y, en particular, la violencia sexual. Es una toma de conciencia colectiva y un límite colectivo, puesto mayoritariamente por las mujeres jóvenes. Esto, obviamente, no es nuevo, no cae del cielo, es producto de generaciones y generaciones, y generaciones de mujeres y feministas que nos hemos organizado para poder romper el silencio en torno a la violencia sexual, para poder emerger espacios donde nombrar la violencia sexual, donde tejer espacios de autoayuda y de autoconocimiento para poder dejar la violencia sexual. Por lo menos, desde los años setenta, está claro y claramente enunciado, desde el movimiento feminista, que el poder patriarcal no solamente es un poder en las instituciones, no solamente es un poder etéreo; es un poder concreto que se establece sobre nuestros cuerpos y sexualidades, como mujeres. Eso se llama la “política sexual” de la que varias autoras están hablando. Es decir, existe un conjunto de prácticas, de instituciones, [de] ideologías, que dan el derecho a los hombres de tener acceso, controlar [y] expropiar nuestros propios cuerpos. Voy a desarrollar tres cosas. Una es sobre de dónde viene, entendiendo un poco los mecanismos sociales que sustentan y perpetúan la violencia sexual contra nosotras; en una segunda parte, voy a desarrollar un poco los daños psicosociales que eso implica, los impactos, los daños morales, los daños sociales que ocasiona en nuestra vida la violencia sexual y a nivel social; y tercero, reflexiones para

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