Derechos Humanos / Anuario 2020

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 279 políticos que venden la idea de que ellos sí van a tener el control, porque ahora sí, las políticas de mano dura. El populismo punitivo implica [que] siempre se les ocurra, a cada rato, las brillantes ideas de políticos y legisladores [que,] para acabar con el crimen, hay que elevar la pena de tal, y tal y tal. Entonces, tanto en nuestro país como en otros, si había equis número de crímenes que eran considerados graves en los años noventa, hoy tenemos 10 veces más crímenes graves; entonces se elevan las penas de prisión, más gente permanece ahí por más tiempo, lo que no ayuda a desalojar las prisiones. Entonces es, por un lado, ese endurecimiento de las penas. Por otro, también tiene que ver con las políticas de drogas. Como ya sabemos, esas políticas nos han sido impuestas básicamente por Estados Unidos y se han gastado innumerables recursos en función de esta idea de controlar las drogas. Sabemos muy bien que ni se controla el consumo de drogas, porque las drogas, hay que tenerlo presente, son sustancias que se han consumido a lo largo de la historia de la humanidad. Otra vez, aquí hay otra ficción: suponer que, por el hecho de que se prohíba esta venta, este consumo; este tráfico de sustancias se elimina. Pues no se elimina y se producen muchos más daños porque, en realidad, la gente que quiere o que necesita consumir porque tiene realmente un problema de adicción, va a seguir consumiendo sea que sea legal, [o] sea que sea ilegal. Y lo único que se produce, como sabemos, son incentivos para formar negocios, para obtener recursos y esto es lo que ha llevado a estas cárceles de América Latina con esta sobrepoblación. El otro grave problema también en las cárceles de América Latina es que, en promedio, 70 % de las personas que están en las cárceles, están todavía en prisión preventiva; es decir, ya son puestos en encierro y están compurgando una pena de hecho, de facto, aunque no se les ha comprobado su responsabilidad, y la gran mayoría de esas personas, cuando termina el juicio, logran salir, o eran inocentes, o no les lograron comprobar el delito. Pero, el hecho es que ese 70 % está en prisión preventiva. En nuestro país, el porcentaje es algo menor, es 40 %, pero, [en] las mujeres es el 50 %, es decir, los juicios están siendo más lentos para las mujeres que para los hombres. [Éste] es un dato para tomar en cuenta en nuestro país. ¿Qué es lo que pasa cuando una persona está en prisión preventiva? Sobre todo, tomando en cuenta –y eso, bueno, no tenemos que decirlo, porque todos lo sabemos– la gran mayoría de las personas que están en prisión, son personas pobres, de escasos recursos. Esa es otra ficción de nuestros sistemas supuestamente de justicia: que son igualitarios. Ciertamente que no lo son. Las personas que tienen recursos, sea que sobornen y se evaden cuando cometen delitos; porque sobornan a las autoridades, a la policía, al ministerio público, al juez e, incluso, sí hay algunos que pueden evadirse de la prisión, pagando; pero la gran mayoría de las personas que están ahí, son pobres, y si están en prisión preventiva, pues tampoco tienen los medios para poderse defender. Son las personas que permanecen en prisión no por haber cometido delitos graves, sino, en la gran mayoría de los casos, el delito más importante que prevalece entre las personas privadas de libertad en nuestro país es el delito de robo, por el cual está el 40 % de las personas en prisión. Entonces, sí nos hacen ver del crimen organizado y de crímenes horribles, pero los crímenes más horribles, que son los de desaparición de personas o la cantidad de homicidios que tenemos en el país –86 % de los homicidios del país permanecen impunes y eso explica también que continúen creciendo esos homicidios, porque no existe ni la capacidad y, a veces, tampoco la voluntad [o] el interés de investigar esos delitos y de perseguirlos; la gran mayoría de las desapariciones que existen en nuestro país, que rondan las 100 mil, oficialmente son 73 mil, pero no son los datos de todas las entidades y sabemos que hay un subregistro, entonces [son] aproximadamente 100 mil–, esos son los delitos graves, esos son los que una política criminológica que piense en el bienestar de la sociedad tendría que colocar todo el énfasis en ello. ¿Qué es lo que pasa? Coloca el énfasis, y quien llega a prisión son las personas pobres por robos; robos ni siquiera importantes. Ya sabemos que los que sí roban grandes cantidades, logran evadirse de la prisión o tener penas muy disminuidas. Siguiendo con esta descripción que nos hace Macaulay, lo que, entonces ocurre, es que todo este escenario está listo para crear lo que Agamben, otro gran filósofo de nuestros tiempos que hay que leer, describe como espacios de excepción a la legalidad. Eso es lo que son nuestras prisiones:

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