DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 269 en la calidad de vida de las mujeres y en la construcción de una sociedad justa y democrática. Todos los derechos que ahora les son reconocidos son resultado de los siglos de lucha que han emprendido para mejorar sus condiciones, y prácticamente no existe ninguno que no haya estado en entredicho en algún momento de la historia de nuestra civilización. En el caso de la educación, en México se reconoció como un derecho y una obligación del Estado varios años antes de que se aceptara como tal por la comunidad internacional. Esto representó un hito para las mujeres, quienes durante varios siglos habían tenido que defender la posibilidad de aprender a leer y escribir, a enseñar, a formarse profesionalmente y a ejercer dicha profesión. Sin embargo, aun cuando ya existe el reconocimiento de la educación como un derecho de todas las personas (incluidas las mujeres), y la importancia de que específicamente ellas gocen de él, se mantienen diferentes condiciones que no lo permiten. Una de éstas es la estigmatización de la menstruación. La menstruación es un proceso biológico con una carga de género, debido a que es específico de las mujeres. A través de los siglos se ha construido una perspectiva estigmatizadora acerca de ésta, pues a pesar de que el discurso cortés la concibe como normal, saludable y natural, subyacen prácticas cotidianas que dan cuenta del carácter negativo que se le ha conferido y sus implicaciones. La menstruación es concebida en nuestra cultura como un desecho relacionado con la suciedad y con un proceso hormonal que impacta directamente en la personalidad de las mujeres. Esto ha traído consigo diversas prácticas que ellas deben implementar y que pueden considerarse en conjunto como “etiqueta o civilidad menstrual”. Algunas de las más comunes son: ocultar cuando se encuentran menstruando, evitar hablar de ello, elegir lugares y personas específicas para hacerlo cuando sea necesario y recibir poca o nula información sobre este proceso. Estas prácticas representan un peso mental y emocional importante para las mujeres y merman su calidad de vida, además de que conlleva una serie de creencias acerca de ellas que son introyectadas y compartidas con los varones y que las colocan en una posición de subordinación. Se considera que la menstruación provoca que ellas estén demasiado influidas por sus emociones; que sean exageradas; de carácter incontrolable, volátil e inestable y de criterio poco confiable, en contraste con los varones que son racionales, ecuánimes, emocionalmente estables y más cercanos a la civilización, lo que supuestamente los hace merecedores de mayor confianza en sus decisiones. Todas estas convicciones configuran una visión de inferioridad de las mujeres con respecto a los hombres, que se ve reflejada en muchas áreas de la vida cotidiana. Una de éstas es el acceso a la educación de ellas. La comunidad internacional, a través de sus diferentes tratados, ha reconocido la importancia de que las mujeres gocen del derecho a la educación, así como los obstáculos específicos que enfrentan para lograrlo. Entre ellos, están las disposiciones administrativas y las prácticas culturales que fungen como una discriminación indirecta.
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