266 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 Y continúa: Especialmente en contextos de emergencia y en lugares donde la menstruación sigue siendo tabú, las niñas se ven privadas de la información y los elementos que necesitan para mantenerse saludables y seguras (UNICEF, s.f.). Estas circunstancias hacen mucho más complicada la gestión de la menstruación, ya que se requiere de elementos específicos en la infraestructura para el cambio de toallas o tampones, tanto desechables como reutilizables, o para la limpieza de la copa menstrual. En las escuelas más precarizadas no hay baños, por lo que las niñas se ven obligadas a caminar en campos o terracerías para intentar gestionar su menstruación, lo que representa una carga mental y una dificultad tan grandes, que a menudo optan por ausentarse durante esos días. En ocasiones, ante tales interrupciones de sus estudios, prefieren desertar.13 Según Mayra Zak, activista feminista, en la entrevista “Pongamos fin a los tabúes, hablemos de menstruación” (ExpokNews, 18 de mayo de 2017), el costo que representan los dispositivos desechables de gestión menstrual hace a las niñas más proclives al ausentismo durante su periodo cuando sus condiciones económicas no les permiten solventarlos. Con este ejemplo, queda claro lo que mencioné al inicio del presente ensayo: las circunstancias de vulnerabilidad de cientos de niñas y jóvenes las alejan del goce de su derecho a la educación, mientras en los círculos más privilegiados tendemos, en ocasiones, a considerar que este tema ya carece de importancia, debido a una mirada simplista de la situación de que “las mujeres ya pueden estudiar” porque es lo que nosotras percibimos en nuestro contexto. Las vulnerabilidades económicas convergen con la estigmatización para convertirse en un obstáculo para que las niñas estudien. Diana Sierra, fundadora de la organización Be Girl, dedicada a la educación menstrual en África, en el artículo “Educar sobre menstruación para dignificar a las niñas” (2020), coincide con que la sanción social que existe en el ámbito escolar ante la evidencia de sangre menstrual provoca tensión mental y emocional, que redunda en bajo rendimiento y deserción en niñas y jóvenes, aunado a la precariedad económica y la falta de infraestructura adecuada para gestionar su menstruación. La convergencia de estos factores funge como una discriminación indirecta, es decir, si bien no existen leyes ni reglamentos escolares que impidan a las niñas estudiar, la invisibilización de sus necesidades, los prejuicios de género y la falta de recursos económicos terminan por desalentarlas y excluirlas del ámbito educativo. Las disposiciones administrativas y la infraestructura no son los únicos obstáculos para el acceso de las niñas y jóvenes a la edu13 El documental original de la plataforma Netflix “Period. The end of sentence” retrata esta situación al analizar la precariedad en la que viven algunas niñas en la India, y cómo ésta converge con la estigmatización de la menstruación que repercute para ellas en un pobre acceso a la educación.
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