DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 263 Es así como la perspectiva que culturalmente compartimos sobre la menstruación la ha estigmatizado, configurando las implicaciones de inferioridad percibida y autopercibida. Si la menstruación fuera vista realmente como un proceso “normal y natural”, según buscamos aparentar con el discurso cotidiano, probablemente se evidenciaría en algunos cambios en la forma de experimentarla y aproximarnos a ella, como: hablar del tema y recibir información libremente, eliminar las burlas y la obligatoriedad de ocultarla, entre otros. Igualmente, no supondría una justificación para excluir a las mujeres de ciertos espacios o actividades, ni traería consigo creencias sobre su personalidad. Los impactos de la estigmatización de la menstruación en el acceso a la educación de las mujeres: la historia de Rosita Durante el año 2015 fungí como docente de las materias correspondientes al área de psicología de nivel medio superior. Rosita10 tenía el mejor promedio del primer grado, por lo que me resultó llamativo que se ausentara sin justificante el día del examen bimestral de la materia que impartía, con lo cual se hacía acreedora a la calificación reprobatoria en ese periodo. En la clase inmediata posterior le pregunté el motivo de su falta, y me informó que el día de la referida prueba se encontraba desayunando en su domicilio portando el uniforme escolar propio de ese día. Al terminar, notó que había restos de menstruación en su falda, y al no contar con otra, decidió ponerese el atuendo deportivo, que habría de usarse al día siguiente. Cuando llegó a la preparatoria, la directora del plantel le impidió el acceso por portar una indumentaria diferente a la debida. Rosita y su madre le explicaron la situación, y ella les solicitó que presentaran la prenda con la evidencia para que probaran su dicho y se le permitiera el acceso. Debido a la vergüenza e incomodidad que Rosita y su mamá experimentaron ante esta solicitud, volvieron a su casa y perdió el derecho a resolver mi examen. Este dato etnográfico que presento desde mi propia experiencia profesional contiene varios elementos para analizar. El primero es la priorización de las disposiciones administrativas y la tradición disciplinaria en las aulas, por encima del desarrollo educativo y psicoemocional de las y los estudiantes (en este caso en particular, de Rosita). Esto incumple los objetivos de la educación establecidos en el Protocolo de San Salvador de 1988: Los Estados Parte en el presente Protocolo convienen en que la educación deberá orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad humana y del sentido de su dignidad y deberá fortalecer el respeto por los derechos humanos, el pluralismo ideológico, las libertades fundamentales, la justicia y la paz. Convienen, asimismo, en que la educación debe capacitar a todas las personas para participar efectivamente en una sociedad democrática y pluralista, lograr una subsistencia digna, favorecer 10 Su nombre real fue modificado para salvaguardar su privacidad.
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