DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 259 condiciones y genera las posibilidades para que existan sociedades justas, inclusivas y sostenibles” (UNESCO, 2014). A su vez, constituye un fin en sí mismo, “una condición esencial para la realización humana, la paz, el desarrollo sostenible, el crecimiento económico, un trabajo digno, la igualdad de género y la ciudadanía mundial responsable”. En el mismo sentido, la ONU ha identificado la educación de calidad como uno de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) hacia el año 2030, y a las niñas y mujeres como el grupo que tiene mayor dificultad en gozar de este derecho. Es relevante reconocer que se ha constituido como una meta universal, no solamente porque la importancia es compartida por todas las naciones, sino porque la problemática de desigualdad también lo es. Si bien en algunas regiones es mayor la brecha en el acceso a la educación entre hombres y mujeres, Muñoz hace énfasis en que en ninguna se ha alcanzado la total paridad. “Esto significa que la desigualdad de género no es una consecuencia mecánica de la pobreza, ya que esta desigualdad ha sido ampliamente documentada en Norteamérica y en Europa” (Muñoz, V., s.f.). Aunado a esta situación, existe el reto de analizar los contenidos que atiendan las diferencias y promuevan la equidad. Considero de suma importancia enfatizar que esta situación existe a nivel global, que no está determinada únicamente por la riqueza de los países y que es una problemática más profunda que la simple cuota de matriculación, debido a que existe la posibilidad de dejarnos seducir por la falacia de que el derecho a la educación ya ha sido alcanzado para las mujeres y no merece más atención. Igualmente, es común la creencia de que este conflicto está presente únicamente en zonas o países empobrecidos, con lo que no sólo invisibilizamos el problema en otros contextos, sino que se acentúa el prejuicio clasista de la abundancia económica como solución universal. Desde la activista pakistaní Malala Yousafzai, hasta la inexistencia de la paridad en los países nórdicos, pasando por las niñas de África subsahariana y Latinoamérica, todas enfrentamos, en mayor o menor medida, dificultades para acceder a la educación formal y nuestra presencia en las aulas puede representar distintas formas de resistencia ante esta desigualdad. A continuación, analizaré, sin el propósito de agotar el tema, un solo factor que influye en esta situación: la estigmatización de la menstruación. La estigmatización de la menstruación y sus implicaciones El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (s.f.) en su curso en línea Prevención social de las violencias, señala tres componentes de la discriminación.6 Uno de ellos es el estigma, que 6 Los otros dos son el prejuicio y el estereotipo. El primero es una creencia sin fundamento, dirigida hacia una persona o grupo de personas, que puede tener un valor positivo o negativo y ser compartido o no por la sociedad. Se diferencia del segundo en que es compartido socialmente y se dirige a un grupo de individuos. El estigma es
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