Derechos Humanos / Anuario 2020

186 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 La violencia obstétrica es una grave violación a los derechos humanos de las mujeres. La ONU y la Corte Interamericana de Derechos Humanos han reconocido que algunos actos de violencia obstétrica son actos de tortura, tratos crueles inhumanos y degradantes. Sin embargo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en su Recomendación General 31/2017, y GIRE en sus informes de 2013, 2015 y 2018, han declarado que no es conveniente tipificar como delito a la violencia obstétrica, ya que la vía legal no resolverá las causas estructurales, convertirá el problema en un asunto individualizado, y no se tendrán en cuenta las precarias condiciones laborales del personal de salud. Sin embargo, basta leer los testimonios de las víctimas para darse cuenta de que muchas veces las agresiones que sufren no están relacionadas con las condiciones laborales del personal de salud, ni con la infraestructura del hospital; sino más bien con una mala actitud por parte del personal médico. La violencia obstétrica es un mecanismo de disciplina y de castigo a las mujeres por ejercer su vida sexual, por negarse a usar anticonceptivos, por querer tener hijos a pesar de su pobreza. Al ser un método de castigo, al anular a la mujer en su capacidad de autodeterminación, al convertirla en un objeto pasivo, la violencia obstétrica se convierte en tortura. Suele ocurrir que a las mujeres que gritan mucho se les castiga ignorándolas por un rato, hasta que “aprenden” que lo mejor es aguantar el dolor en silencio o sin hacer mucho ruido. Con frecuencia, el restablecimiento de la atención se da acompañado de expresiones como “así está mejor, mi reina”, que refuerzan el aprendizaje de sumisión y obediencia que se espera por parte de las mujeres. Pero hay otras formas de “desafío” que molestan más a los médicos y enfermeras, como es el caso de las mujeres que se niegan sistemáticamente a utilizar métodos anticonceptivos. Tales casos son considerados como formas de rebelión abierta que el personal de salud tiende a sancionar con severidad (Castro y Erviti, 2015: 98). Quienes ven a la violencia obstétrica como tortura, por lo general sólo se enfocan en la cesárea innecesaria y en la esterilización forzada, y creo que esto es porque no conocen los testimonios de las víctimas: mujeres a las que les hicieron episiotomías y cesáreas sin anestesia, eso es tortura; mujeres que no reciben información sobre su proceso o su bebé, lo cual les produce angustia y ansiedad, eso es tortura. Mujeres que soportan numerosos tactos vaginales, por diferentes miembros del personal, y mujeres que soportan insultos sobre su vida sexual, eso es violencia sexual. La gravedad de los actos de violencia perpetrados por el personal médico en contra de las mujeres es muy grave, la tortura no prescribe, debido a que sus efectos permanecen en el tiempo; aunque pasen décadas siguen vigentes, y deben ser investigados y juzgados. Ejemplos de actos de violencia obstétrica que constituyen tortura serían los relacionados con el manejo del dolor, como las cesáreas y episiotomías sin anestesia, o mal realizadas, que producen gran

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3