DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 179 los médicos ginecólogos y obstetras desplazaron a las parteras, y se impuso el conocimiento científico de la medicina como una forma de colonización sobre los saberes tradicionales, con lo cual, las mujeres quedaron relegadas a las posiciones subordinadas de asistente y paciente obediente. Belli (2013) y Bellón (2015) retoman a Foucault y sus conceptos de biopoder y biopolítica. El Estado controla los cuerpos de las mujeres durante el embarazo y el parto a través de la medicina. Los hospitales son instituciones disciplinarias, dotadas de poder por parte del Estado, para disciplinar a la población (en este caso a las mujeres), y para decidir qué es lo sano, y qué es lo enfermo. En Vigilar y castigar, Foucault (2010) afirma que en el siglo XVIII surgen las disciplinas: la medicina fue una de ellas. La sociedad se convirtió en una sociedad disciplinaria, y también en una sociedad de la vigilancia. Según Foucault, las disciplinas garantizan el ordenamiento de las personas, y tienen como objetivo producir individuos útiles y dóciles. Las disciplinas ayudan a que el ejercicio del poder sea lo menos costoso posible, y que sus efectos alcancen su máxima intensidad y lleguen lo más lejos posible, abarcando al mayor número de personas. Las instituciones disciplinarias también tienen la función de vigilar. Para Foucault, los hospitales se parecían a los cuarteles militares, las cárceles, las escuelas y las fábricas. La medicina, como cualquier disciplina, tenía las funciones de separar, jerarquizar, invalidar y descalificar (al sano del enfermo, al normal del anormal, lo natural de lo antinatura), a través de técnicas disciplinarias como diagnosticar, curar y corregir. Para Foucault, las disciplinas son lo opuesto a los derechos (son “contraderecho” o “infraderecho”). En el primer volumen de Historia de la Sexualidad, Foucault (2013) nos explica el origen de la relación entre la medicina y la sexualidad humana. Por medio de la medicina, la pedagogía y la economía, la sexualidad se convirtió en un asunto de Estado, y cada persona debía someterse a vigilancia. Para la medicina, el objetivo a vigilar fue la fisiología sexual de las mujeres. Según Foucault (2013), en el siglo XIX aparece el problema económico y político de la población, como novedad en las técnicas de poder. Los gobiernos tienen que lidiar con pueblos y con cuestiones como el índice de natalidad, la edad en que las personas contraían matrimonio, el número de nacimientos legítimos e ilegítimos, el inicio de la vida sexual activa, la frecuencia de las relaciones sexuales, y el uso de mecanismos para prevenir embarazos. Por lo tanto, se volvió necesario hacer un análisis de las conductas sexuales, y se crearon discursos para convertir la conducta sexual en una conducta económica y política. Así fue cómo la ciencia se convirtió en una norma médica, para “proclamar sus repugnancias”, y para reivindicar poderes. La medicina del sexo y la biología de la reproducción fueron un pretexto para que los miedos, lo moral, lo económico y lo político, pudieran reescribirse en un vocabulario científico. La ciencia corrió “en socorro de la ley y la opinión” (recordemos que para entonces la sociedad ya
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