DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 167 no obstante, sufrimos de un analfabetismo en materia de derechos humanos. En este sentido, la formación del personal del servicio público debería estandarizarse a través de certificaciones y ser de carácter integral, de tal modo que tenga repercusión observable y evaluable en su actuar profesional. Se requiere evaluar y dar seguimiento a la sensibilización y la capacitación de las servidoras y los servidores públicos, especialmente de quienes pertenecen al sistema de justicia y a las fuerzas de seguridad. Retos en la educación formal Aunque desde 2011 se han implementado programas de derechos humanos en la educación formal, no se han evaluado tal y como pide la Declaración de México sobre Educación en Derechos Humanos en América Latina y El Caribe (2001), y no sólo en el sistema de justicia, sino en la formación de docentes. Son escasos los trabajos de evaluación sistemática sobre la incorporación de la Educación en Derechos Humanos en las políticas educativas nacionales y su impacto en la calidad educativa, el rendimiento escolar o los ambientes de aprendizaje (Iturralde Guerrero, 2015). La inclusión de los derechos humanos en los planes y programas educativos requiere de la formación y compromiso de las y los docentes para que ésta se vuelva una práctica significativa y transformadora, pero esto implica, también, brindarles acompañamiento y asesoría. Como ya se ha señalado, hace falta aplicar más empeño en la capacitación y actualización docente para poner en práctica todo lo que señalan los documentos nacionales e internacionales respecto a la promoción de una cultura de paz desde las aulas. Como reconoce Conde (2015), se requiere que las y los docentes se asuman como formadoras y formadores de otras personas, que deben contar con sensibilidad política, alto sentido de dignidad humana, pensamiento crítico y compromiso con el mejoramiento del entorno; así como que estén conscientes de la problemática nacional, que tomen postura y que impulsen el empoderamiento de la población para la transformación social. Por supuesto que esto requiere, también, mejorar las condiciones para al desempeño de la labor docente. Y ya que en México la Educación en Derechos Humanos se da en un contexto de contradicciones, las maestras y los maestros pueden reflexionar y trabajar a partir de las situaciones violatorias de los derechos humanos, empleando una metodología problematizadora con el fin de desarrollar el pensamiento crítico, la propuesta de soluciones y la participación. Respecto a reforzar la Educación en Derechos Humanos de manera transversal, hace falta implementar más actividades extracurriculares de apoyo y el desarrollo de ambientes escolares más democráticos y respetuosos de la dignidad humana. Hay que conectar los conocimientos e información sobre derechos humanos con el desarrollo de destrezas o capacidades para su ejercicio, promoción y defensa, no sólo con los valores y las actitudes (IIDH, 2006). Por eso
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