DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2020 135 Por una parte, este feminismo se observa como un movimiento de pensamiento crítico, epistémico, es decir, de cuestionamiento a la forma en la que se crea el conocimiento “objetivo”, occidental y blanquizado. Pero por otra, se vuelve una práctica política que, de la mano de diversas mujeres originarias de Abya Yala, denuncia en espacios académicos y públicos estas desigualdades. Para algunas pensadoras decoloniales, visibilizar las injusticias y las opresiones que han vivido en sus propios contextos –y señalaría que sobre sus cuerpos–, se vuelve un eje fundamental que plantea análisis y acción desde los diferentes ámbitos personales para alcanzar un impacto colectivo. El feminismo decolonial retoma planteamientos de la Teoría Decolonial y los feminismos críticos para buscar otras formas que reivindiquen las violencias padecidas en el pasado por los diferentes pueblos originarios y personas afrodescendientes, lo que, además, plantea la urgencia de romper estas dinámicas que siguen enmarcándose en un sistema que denominan Sistema Moderno/Colonial de Género (Lugones, 2008: 77). Para María Lugones, la edificación de un sistema de género moderno/colonial sostiene una estructura donde el dimorfismo biológico, la dicotomía hombre/mujer, el heterosexualismo y el patriarcado son el lado claro/visible de esta categoría género (2008: 78), la cual también fue construida dentro de una visión colonial, eurocentrada y global. La colonialidad del poder, que plantea Aníbal Quijano y es retomada por las feministas decoloniales, establece que una clasificación social de todos los seres humanos3 –a partir de una ficción en términos biológicos como lo es la “raza” (Lugones, 2008: 79)– mantendrá estas relaciones de desigualdad y dominación, en tanto se mantengan los sujetos blancos, europeos y heterosexuales frente a los demás. Asimismo, este feminismo propone una mirada profunda del impacto que la racialización ha tenido sobre las mujeres, por ejemplo, cuando Ochy Curiel critica las posturas hegemónicas de los feminismos del Norte, manifiesta que sus planteamientos estaban dirigidos a un tipo de mujer, caracterizada por ser blanca, burguesa y europea (2016). Incluso, la categoría de mujeres de color, que emplea María Lugones, refiere a todas aquellas separadas de este estereotipo que incluiría a mujeres no blancas víctimas de la colonialidad del poder y de género (Lugones, 2008: 75). La colonialidad atravesará en el ser de las personas. Para Juan David Gómez, la concebimos como un sistema ideológico que, apoyándose en algunas ciencias sociales como la historia, la antropología y la sociología, justificó la lógica de la dominación de unos pueblos sobre otros (2010 : 89). Para Gómez, las poblaciones nativas o trasplantadas fueron vistas como parte de la naturaleza que los científicos habían construido como objeto de estudio; en ningún caso se 3 Defino en masculino porque históricamente las mujeres no eran consideradas “humanas” en tanto objetos.
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