46 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 encabezadas por los equipos de trabajo adecuados, y tenían sistemas de capacitación deficientes. Nuevamente se encontró que la mayoría de las veces se trataba de oficinas con poco financiamiento y situadas en posiciones marginales dentro de las estructuras de gobierno. Hasta antes de Beijing las oficinas de la mujer habían sido concebidas como instancias que tenían la responsabilidad de diseñar e implementar políticas públicas de género. Uno de los aportes sustantivos de la Plataforma de Acción fue la recomendación de que las oficinas de la Mujer se convirtieran en instancias de coordinación de políticas. Lo anterior implicaba que tendrían la responsabilidad de liderar el proceso del gender mainstreaming, para lo cual era necesario asignarles mayor jerarquía en las estructuras de gobierno, mayor autoridad y recursos suficientes para el desarrollo de dicha tarea (Guzmán, 2001: 18-19). La dimensión política de fondo que tenía esta propuesta, y en ello radica la importancia de los acuerdos de Beijing, es que se responsabilizaba al Estado de contrarrestar en sus distintos ámbitos de intervención, los mecanismos que generan desigualdad de género, lo cual requiere “la implementación de políticas de carácter integral que atiendan a la multicausalidad de la desigualdad de género” (ídem: 19). Este es uno de los motivos por el que varias autoras han considerado a la Plataforma de Beijing como un hito importante en el proceso de construcción de la institucionalización del género (Murguialday, 2005; Cerva, 2006). En el debate acerca del proceso de institucionalización del enfoque de género en México, las negociaciones más importantes no tuvieron lugar en el ámbito local sino en el ámbito internacional. Fue justamente en la IV Conferencia Mundial de la Mujer donde distintas expresiones del feminismo mexicano y del feminismo internacional buscaron integrar los temas de su agenda, perdiendo algunos y logrando negociar otros. La Plataforma de Acción Mundial (PAM) que de ahí derivó fue un referente importante en el diseño del Programa Nacional de la Mujer 1995-2000 en nuestro país. La IV Conferencia tuvo lugar del 4 al 15 de septiembre de 1995 en Beijing, China y es considerada la reunión más grande de todas las organizadas por las Naciones Unidas. Este tipo de conferencias son reuniones de gobiernos en las que sus representantes establecen acuerdos. Ello ocurre, sobre todo, en el entendido de que son los gobiernos los responsables de dar seguimiento a los acuerdos, pues éstos representan un compromiso político (Jusidman,1999). En forma paralela a la Conferencia se desarrolló un Foro de las organizaciones no gubernamentales,7 que reunió alrededor de 30 mil mujeres y 600 hombres y tuvo lugar en Huariou (a 70 km de Beijing). Este encuentro posibilitó la articulación entre diversas expresiones del feminismo internacional y funcionó como un espacio estratégico para la movilización y presión, a fin de introducir en la Plataforma de Acción y la declaración política de la Conferencia, los temas de las agendas feministas (Chiarotti, 1995, portal citado). 7 Inició el 31 de agosto y concluyó el 12 de septiembre de 1995.
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