Derechos Humanos / Anuario Edición 2019

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 45 de la ONU; y b) a la alarma internacional en torno al crecimiento de la población y los problemas de alimentación (Murguialday, 2005: 112). Las recomendaciones emanadas de las Conferencias Internacionales de la Mujer también han tenido un papel relevante en la formación de Oficinas de la Mujer en la región latinoamericana. Las primeras referencias sobre este tema aparecen en la Primera Conferencia de la Mujer que tuvo lugar en México en 1975. Hasta ese año, la mayoría de los gobiernos del mundo no había integrado las problemáticas de las mujeres como un asunto de interés institucional. De ahí la importancia de que el Plan de Acción Mundial de la Conferencia mencionada recomendara establecer mecanismos institucionales a favor de las mujeres. En los siguientes años después de realizada la Conferencia en México en 1975, se formaron las primeras oficinas de la mujer en la región latinoamericana, influenciadas sobre todo por el enfoque MED que fue desarrollado en esa época. Este tipo de oficinas buscaban integrar a las mujeres a los procesos de desarrollo, y priorizaban a aquellos grupos considerados de extrema vulnerabilidad (Kabeer, 1998). La década que sucedió fue importante para la emergencia de mecanismos institucionales. En 1985, la mayoría de los países contaba con alguna instancia dedicada a las mujeres. De los 127 Estados miembros del Sistema de las Naciones Unidas, “cerca del 22% tenían organismos para mujeres ubicados en los ministerios de asuntos sociales o de bienestar social, cerca del 16% en ministerios propios y cerca del 17% en las oficinas del primer ministro” (Murguialday, 2005: 117). Sin embargo, la emergencia de estos mecanismos no siempre cumplió con las expectativas iniciales. Algunas evaluaciones realizadas a mediados de los años ochenta afirmaban que las primeras oficinas de la mujer tenían la gran desventaja de estar colocadas en posiciones institucionales jerárquicamente subordinadas y, por tanto, desvinculadas del resto del trabajo público, además de contar con fondos insuficientes. Lo anterior explica por qué en la Tercera Conferencia Mundial de la Mujer, realizada en Nairobi en 1985, se recomendó la conformación de mecanismos de género, pero situados en los más altos niveles de gobierno y con recursos suficientes para desarrollar políticas de género. Surgió en esta década lo que sería el antecedente del mainstream. Aunque aún no se utilizaba ese concepto, ya se había desarrollado la idea sustantiva a la que hoy refiere el gender mainstream, es decir, el señalamiento de la necesidad de integrar la perspectiva de género de forma transversal a todas las instancias del sector público, en lugar de concentrar en una sola entidad la responsabilidad de generar políticas públicas. Se sugería así un trabajo de colaboración entre las oficinas de la Mujer, los Ministerios o Secretarías y las Agencias de gobierno. En 1995 se llevó a cabo la IV Conferencia Mundial de la Mujer. Virginia Guzmán (2001) señala que las evaluaciones realizadas en la década previa a la conferencia sobre el desempeño de las oficinas de la mujer indicaban que había falta de claridad en sus objetivos, no estaban

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