Derechos Humanos / Anuario Edición 2019

236 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 Y es normal, nos clasificamos porque para poder hablar de la realidad no podemos decir todo al mismo tiempo, y entonces hemos estructurado, nos hemos de ordenar un poco, y hablamos de los hombres y las mujeres, hablamos de los ricos y de los pobres, hablamos de los autóctonos y de los inmigrantes. Organizamos la realidad en colectivos. El problema es cuando ese concepto que hemos creado tapa la realidad. Entonces, derechos humanos –que también es un concepto–, de alguna forma intenta ir más allá de los colectivos y mostrar que todos los seres humanos, sea cual sea nuestra condición, sea cual sea nuestro sexo, nuestro nivel económico, nuestro color de piel, nuestra pertenencia a una cultura, país o lo que sea, tenemos una dignidad. La primera vez que en la historia de la humanidad se habla de la idea de que todos somos iguales, es con Jesús de Nazareth. Jesús es una figura que tiene mucha importancia en la historia de la humanidad no sólo porque es el fundador de una religión –bueno, los teólogos cristianos no lo diríamos así, pero es igual, para entendernos–, no solamente porque es el fundador de una gran religión como el cristianismo, que ha marcado enormemente a la humanidad durante muchos siglos –durante dos milenios–, no solamente por eso, que ya sería mucho, sino porque es la primera persona que no hace distinción entre hombre y mujer, entre judío-no judío o entre libre y esclavo. Hay una frase de san Pablo en la “Carta a los Gálatas” –creo recordar que es el capítulo dos o el cuatro, no me acuerdo ahora– que dice: “en Jesucristo ya no hay ni hombre ni mujer, ni libre ni esclavo, ni judío ni griego, todos somos uno en él [sic]”. Estos tres binomios son los tres binomios que marcaban aquella sociedad. En aquella sociedad eras hombre o eras mujer, no tenía nada que ver lo uno con lo otro. Si eras hombre, ahí tenías tú un montón de posibilidades profesionales, sociales, culturales que no tenías si eras mujer. Por ejemplo, ahí hay un gran abismo: hombre o mujer. Hay otro abismo que es libre o esclavo, no tenía nada que ver si eras libre o esclavo; si eras libre tenías un montón de posibilidades y si eras esclavo estabas reducido a una serie de actividades y a una pérdida de libertad. Y san Pablo es judío, judío cristiano, pero judío de origen… judío o griego, griego es una forma de decir pagano; griego es una forma de decir el que no cree en el Dios de Israel. Por tanto, los grandes binomios eran hombre-mujer, libre-esclavo, judío o no judío, podríamos decir, judío o griego, judío o pagano. Bueno, pues él dice: en Jesucristo ya no hay ni hombre ni mujer, ni libre ni esclavo, ni judío ni pagano, sino todos somos uno en Jesucristo. Esto lo dice san Pablo, recogiendo, digamos, la predicación, estilo de vida de Jesús, al que nunca conoció, nunca lo conoció en persona. Entonces, aparte de la fe que podamos tener o no tener en el Dios de Israel, en el Dios de Jesús, aparte de eso, desde el punto de vista de la filosofía política, Jesús de Nazareth es muy importante porque –para todo hay una primera vez– es la primera vez en la historia de la humanidad que alguien dice que somos seres humanos antes que cualquier otra clasificación, cualquier otra identidad.

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