230 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 en mayor o menor medida el espíritu de sus lenguas, la abundante biodiversidad natural, la riqueza cultural, la diversidad étnica, especialmente las comunidades y pueblos indígenas, así como las expresiones religiosas, las luchas por la democracia, la búsqueda de sistemas económicos igualitarios, y numerosas tradiciones y valores, como la solidaridad, entre otras tantas y tantas cosas. Sin embargo, bien dicen por ahí que una moneda tiene dos caras, porque en medio de éstas y otras características comunes de América Latina destacan problemas estructurales que no podríamos obviar: violencia física, moral y estructural; desigualdad económica y social; pobreza; inseguridad; corrupción; impunidad; abusos de poder; feminicidios; injusticia; marginación; racismo y discriminación; militarismos; autoritarismos, y crimen organizado, por mencionar algunos. Otro mundo posible y desde abajo Así pues, de los muchos rasgos que los países latinoamericanos y caribeños tienen en común, considero que sobresalen todos los procesos liberadores vividos durante las últimas décadas, especialmente después del martirio de las y los mártires de la UCA. Estos procesos liberadores están caracterizados por la concientización, la indignación ética, las reivindicaciones legítimas, las resistencias, las luchas y las conquistas que no han buscado otra cosa sino la construcción –empleando un aporte del Foro Social Mundial–, de “otro mundo posible”, uno más digno, justo y pacífico. Este otro mundo posible es distinto de aquel en el que el patriarcado, el colonialismo y el capitalismo, en su fase neoliberal, han impuesto en América Latina y el Caribe; un sistema de jerarquías y lógicas perversas. Por desgracia, dicha visión hegemónica, autoritaria y vertical, cuyas fuertes y profundas raíces se han extendido a lo largo y ancho de toda Latinoamérica, ha afectado a personas y grupos que, en palabras de Roberto Saba (especialista argentino en derechos humanos), histórica y estructuralmente han sufrido tratos desiguales, sostenidos y sistemáticos, provocando así su sometimiento, marginalización, exclusión y segregación (cfr. Saba: 721y ss.). Salvo la mejor opinión de ustedes, creo que la construcción paulatina de otro mundo posible en América Latina y el Caribe ha sido realizada, principalmente, a través de los derechos humanos. Sin embargo, es necesario especificar qué visión de los derechos humanos sostenemos aquí, porque, por contradictorio que parezca, muchas veces éstos han servido como el medio idóneo para que personas, empresas, autoridades estatales, organismos internacionales y grupos de poder obstruyan la justicia, impongan medidas de todo tipo, invadan tierras y territorios, conquisten y sometan pueblos y comunidades, marginen, excluyan y segreguen a grupos históricamente vulnerados, y cometan violaciones graves a derechos humanos. En su obra titulada Si Dios fuese un activista de los derechos humanos, Boaventura de Sousa Santos reflexiona acerca de los derechos humanos hegemónicos, verticales y autoritarios, los cuales se contraponen a los derechos humanos contrahegemónicos, que están
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