Derechos Humanos / Anuario Edición 2019

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 229 Salvador (cfr. Klaiber, 2007: 373-374). Yo tuve la fortuna de conocer y tratar un poco en El Salvador a Ignacio Ellacuría, a Segundo Montes y a Joaquín López y López. Lo anterior no significa otra cosa, sino que, desde aquel momento, creímos que las compañeras y los seis jesuitas, quienes murieron asesinadas y asesinados por integrantes del Batallón Atlacatl el 16 de noviembre de 1989 en la UCA, en El Salvador, fueron profetas-mártires que murieron por su compromiso con las personas más empobrecidas e históricamente vulnerabilizadas, luchando para terminar la guerra mediante el diálogo y la reconstrucción de aquel país a través de la justicia y de la paz, para hacer presente, en términos religiosos, el Reinado de Dios en aquella nación hermana de Centroamérica. El asesinato de las y los mártires de la UCA impulsó el reconocimiento de derechos como el derecho a la verdad, el acceso a la justicia, la reparación integral del daño y las garantías de no repetición. Además, su muerte promovió el reconocimiento y la garantía de una serie de derechos fundamentales en El Salvador y más allá de sus fronteras, con lo cual confirmamos una sentencia sobre los derechos que la jurista y activista Catharine MacKinnon pronunció hace tiempo: “Detrás de todo derecho está la historia de alguien; alguien cuya sangre, si uno lee con atención, escurre entre líneas” (MacKinnon, 1993: 87). Asimismo, me parece que el martirio de las compañeras y los hermanos jesuitas no sólo contribuyó al inicio del proceso de pacificación en El Salvador que hoy continúa, sino que transformó la manera de comprender los derechos humanos, en tanto que éstos, por lo menos en América Latina y el Caribe, y desde una óptica alternativa, crítica y contrahegemónica, son el resultado de procesos de lucha y conquistas sociales, llevadas a cabo por personas, movimientos, academia, pueblos y comunidades indígenas y afrodescendientes, movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil. A este respecto, desde el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, O.P., A.C., y sólo después de 35 años de aprendizajes y experiencias en la promoción y defensa de los derechos humanos, aunado a una lectura latinoamericana sobre el uso alternativo, crítico y contrahegemónico de los derechos humanos, consideramos que éstos son: El conjunto de condiciones de vida indispensables para potenciar de manera integral al ser humano, en relación íntima con la naturaleza, cuyo reconocimiento jurídico y ético es el resultado de procesos de lucha y de conquistas sociales que los pueblos y grupos histórica y continuamente llevan a cabo, a fin de lograr libertad, igualdad, equidad y dignidad. Comprensiones y usos alternativos, críticos y contrahegemónicos de los derechos humanos en América Latina y el Caribe Pienso que las y los mártires de la UCA, a quienes recordamos el día de hoy, además de que son una poderosa fuente de inspiración para quienes nos esforzamos por defender y promover los derechos humanos en México, en América Latina y el Caribe, son también un referente paradigmático para leer de una manera distinta los derechos humanos, concretamente, desde una forma de comprensión y un uso alternativo, crítico y contrahegemónico. Por ende, este modelo latinoamericano de los derechos humanos, inspirado en las y los mártires de la UCA, así como en otras luchas y conquistas de personas y grupos latinoamericanos, e ilustrado magistralmente por las reflexiones y escritos del P. Ignacio Ellacuría, tiene peculiaridades que mencionaré a continuación, al menos en líneas generales. De esta manera, un modelo latinoamericano de derechos humanos que les propongo comprende y usa los derechos humanos alternativa, crítica y contrahegemónicamente desde y para América Latina y el Caribe. Es decir, desde abajo, para y con las personas y grupos más históricamente vulnerados. Por ejemplo, los pueblos y comunidades indígenas y afrodescendientes; las personas migrantes; las mujeres y las juventudes, así como los integrantes de la comunidad de la diversidad sexual. Otra característica de este modelo latinoamericano de derechos humanos son los procesos liberadores que lo constituyen. No obstante, previo a desarrollarlo, creo conveniente presentar una breve contextualización de América Latina. Por consiguiente, sin afán de entrar aquí en un debate sobre las diferentes connotaciones de lo que se entiende por “América Latina”, lo que sí podemos decir con seguridad es que desde México hasta Argentina, pasando por los países de Centroamérica y el Caribe, las naciones latinoamericanas comparten

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