Derechos Humanos / Anuario Edición 2019

226 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 Entonces, estos son los guerreros shuar, que, como todos lo amazónicos, se pintan las caras. Y como uno también tiene su corazoncito, me pareció importante terminar con algo que viene después de esto. [Me refiero a] la danza de shondaro, que es una suerte de capoeira en donde se teatraliza el enfrentamiento, el combate, y la danza de shondaro que es de los biaguaraníes [sic], que están en el Brasil, en el centro norte, y también en Paraguay y en el norte de Argentina, es una danza mixta en la cual la clave del enfrentamiento ritual es inducida al otro a través de amagues y quiebres del cuerpo a error. Entonces, estas danzas son bien importantes, son parte de la preparación del guerrero, la guerrera, que va a defender a la comunidad. O sea, es una preparación física y espiritual, sobre todo, diría espiritual. Y como decía, uno también tiene su corazoncito, y pude observar que en Chiapas optan por un camino de la no guerra y eso es el pos Marichuy. Y creo que aquí hay una puesta política y ética bien importante, más allá de lo que cada uno piense de esto: que se puede ser una organización disciplinada. Todas las organizaciones, o la forma de organizarnos para defendernos, son necesariamente jerárquicas. Pero eso no anula la horizontalidad de la comunidad, sino que la complementa. La complementariedad, ustedes saben, es una lógica de los pueblos originarios. Y en esa complementariedad, ellos dicen: “bueno, nosotros somos parte de esto, pero no utilizamos la violencia; sí la disciplina firme”. Ni las armas, ustedes saben que es muy raro verles armas. Entonces yo creo que aquí hay un aprendizaje que es posible para todos y todas y quiero, porque esto no es una cuestión objetiva sino subjetiva, quiero entender el legado o los legados, porque no es único, de Ellacuría y de los jesuitas de la UCA como legados que los propios movimientos transitan desanudando aquel nudo que no pudieron desanudar en aquel momento y del cual fueron víctimas: la violencia genocida del sistema que continúa y nos acompañará durante mucho tiempo. O sea, la violencia genocida del sistema no se va a terminar, por lo menos en lo que a mí me resta por ver, por mirar hacia adelante, estará ahí. Entonces el problema es nuestro. ¿Qué vamos a hacer? Y yo creo que, sin jerarquizar y sin decir que unos son mejores que otros, los movimientos, los pueblos, empiezan a defenderse de otros modos a como lo hacían en la década de los ochenta. Y son los pueblos, y eso creo que sería un jolgorio y una celebración tanto para Ellacuría como para Romero como para otros y otras, los pueblos empiezan a transitar un camino de rebeldía y de no guerra; de autodefensa y de no guerra; de autodefensa no simétrica como se usaba en los setenta, a la violencia del enemigo, a la violencia sistémica. Y esto, creo yo, sencillamente es posible encontrar aquí legados, búsquedas incompletas, esto no es la solución de los problemas, sino un paso más o varios pasos más de aquellos que dio Ellacuría en los setenta y en los ochenta. Muchas gracias.

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