DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 219 Concluyo brevemente sin pensar, ni remotamente, que este asunto ha sido resuelto. Me parece que la Teoría Queer (igual que otros gritos posmodernos que me agradan, como me agradan los clásicos, pues me considero pluralista y desconfío de los dogmatismos que pretenden resolver las cosas para siempre o que recomiendan restringir la lectura a textos de una sola disciplina o, peor aún, a los de una sola corriente de esa disciplina) aporta elementos para problematizar categorías; cuestionarlas y repensarlas; contemplar sus componentes opresivos e intentar revertirlos; plantea nociones que iluminan diversos asuntos en el mundo de la investigación. Sin embargo, considero que la capacidad de incidir (así sea de manera mínima) en el mundo que nos ofrece la Teoría Queer es más limitada que las posibilidades de generar indagaciones interesantes para los especialistas de campos muy específicos dentro de los muros de la academia. En este mundo de violencias y desamparos, las víctimas suelen serlo porque (aun sin quererlo) resultan inscritas en generalidades sociales. En el caso que nos ocupa, son agredidas por ser mujeres, homosexuales (hombres o mujeres), bisexuales (hombres o mujeres) trans (trasvestis, transgénero o transexuales; personas en eterno tránsito entre ser hombres y convertirse en mujeres o entre ser mujeres y convertirse en hombres), o intersexuales (que presentan caracteres sexuales masculinos o femeninos a menos de que tal condición sea cambiada por la medicina e ignorada por un entorno potencialmente hostil). ¿Cómo podríamos hacer que todo tipo de autoridades (un profesor que trabaja en un área desfavorecida en la que las mujeres no pueden asistir a la escuela; un funcionario que toma la decisión –a nombre de una nación– sobre si procede una solicitud de asilo de un hombre violentado por ser homosexual; un sacerdote de una apartada comunidad que debe decidir qué hacer con un parroquiano condenado por la comunidad por ser intersexual y carece de toda información al respecto) tuvieran la sensibilidad de cumplir con sus funciones? Creo que las identidades sexuales quizá puedan ser disueltas (no estoy seguro de si esto es posible o deseable) en lugares en donde de estas categorías sólo quede un componente restrictivo y no exista ningún componente liberador. En enclaves privilegiados esto parecía posible en los años ochenta y noventa o durante la primera década del “nuevo milenio”, y quizá esto influyó en el desarrollo de la Teoría Queer. En ciertos lugares de California parecía que la discriminación debida a las identidades sexo/genéricas había desaparecido y existía un entorno de libertad, justicia y respeto; que las posibilidades para el desarrollo del yo estaban garantizadas. En estos tiempos turbulentos ya no estamos tan seguros de que esos lugares estén del todo a salvo. La Teoría Queer nos ha hecho repensarnos y quizá lo más adecuado sea decir que también hay que continuar repensándola en sus posibilidades y limitaciones.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3