Derechos Humanos / Anuario Edición 2019

216 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 En contra ya he anunciado varios asuntos desde mi postura personal y hay varias consideraciones que emergen con relativa facilidad. No es casualidad que los militantes de las más diversas organizaciones hayan sido los primeros en ver la Teoría Queer como una amenaza que podía erosionar el trabajo comunitario al diluir las categorías en torno a las que se identificaban los sujetos y gracias a las cuales podían actuar. En este punto es necesario recordar que, fuera de los ámbitos académicos, la Teoría Queer no ha encontrado la resonancia esperada. La gente parece requerir de identidades sociales, no sólo sexo-genéricas, porque si bien la constriñen y estereotipan, también le otorgan un lugar en el mundo y le permiten exigir reivindicaciones; además, pueden ser replanteadas y recreadas por los sujetos con el paso del tiempo. Esto se relaciona con otra crítica negativa comúnmente realizada a la Teoría Queer. Como en otros casos, las sesudas reflexiones académicas no responden a lo que vive la mayor parte de la gente; las humanidades o ciencias sociales, una vez más, se despegan del mundo del que pretenden dar cuenta y hasta resultan incomprensibles para la mayor parte de quienes lo habitan. Otro contra que ya había adelantado: si todos somos queer (raros, torcidos, bizarros), pues los ideales siempre planteados por las identidades sexo/genéricas son inalcanzables, ¿cuál es la especificidad del término? Y un contra final: fuera del mundo de habla inglesa, todavía hay un mayor rechazo del término queer que, perteneciente a otra tradición lingüística, no logra ser comprendido en sus sofisticadas pretensiones teóricas por la mayor parte de la población, o no parece ofrecer ninguna promesa en materia de reivindicaciones sociales. Como comentario final en este apartado, me parece justo insistir en que, con el paso de los años, ha habido distintos usos de la Teoría Queer. Como ha ocurrido con otros planteamientos que han parecido radicales, en cierto momento, esta Teoría (para disgusto de sus más ortodoxos seguidores) se ha normalizado; ha sido asimilada dentro del enorme repertorio de teorías disponibles en el mundo de la investigación, usada parcialmente o utilizada por quienes trabajan dentro del campo de los estudios de género para plantear algún asunto específico. Es posible encontrar libros en cuyo título aparece la palabra queer y luego el de alguna(s) identidad(es) sexual(es) que, en estricto sentido, se propuso disolver (como gay o lesbiana). El término queer se ha convertido, para muchos investigadores, en una especie de paraguas para hablar de las minorías sexuales (especialmente, gays, lesbianas o trans). Fuera de la academia, en las Marchas del Orgullo que anualmente conmemoran el inicio de la liberación LGBT, ya suele incluirse, entre otras debatidas letras (como la A, que se refiere a los asexuales), la Q cuando se supone que la Teoría Queer está en contra de la afirmación de las identidades sexuales y, por tanto, su inclusión desde una perspectiva teórica resultaría un claro contrasentido. Sin embargo, en su propia lectura de la Teoría Queer, quienes defienden el uso de la Q aluden al grupo de personas que está en constante cuestionamiento respecto a su identidad sexual o que se niega a definirse dentro de una categoría. ¿Lo queer se convierte en una nueva identidad sexual? Esta apropiación seguramente no sería aceptada por los replicadores de los grandes pensadores que construyeron la Teoría Queer, aunque, tal vez, resultaría interesante para quienes le dieron origen a esa propuesta teórica. Sin duda, un motivo de reflexión. Teoría Queer y derechos humanos Hemos llegado al punto de considerar las implicaciones de la Teoría Queer para los derechos humanos. Iniciaré con un preámbulo sobre los desafíos de ésta considerando dos cuestiones que me parece que hay que tener en mente al tratar este asunto. Lo haré a manera de cuestionamiento porque yo tengo una postura respecto a dicha Teoría, pero, naturalmente, no la Verdad (así, con mayúscula). En primer lugar: ¿por qué asumir o no categorías construidas desde el poder? (en el caso de las identidades sexo-genéricas, construidas desde los saberes médicos/psiquiátricos?) Ciertamente, estas categorías generaron y continúan generando grandes sufrimientos; han sido nocivas para muchos sujetos. Por ejemplo, por mucho tiempo se intentó curar la homosexualidad con resultados desastrosos para los individuos y todavía, a pesar de las prohibiciones al respecto, se sigue intentando curar algo que desde hace décadas dejó de ser considerado como algún tipo de inmadurez, trastorno o enfermedad. Sin embargo, este proceso no ha sido lineal sino en curso y complejo, como todos.

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