Derechos Humanos / Anuario Edición 2019

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 193 Así, “la gratitud aumenta nuestra resiliencia, fortaleciéndonos para hacer frente a la información perturbadora” (Macy, 2012, p.43) y al alimentar la experiencia de generosidad y confianza en nosotros/as mismos/as, en las personas con quienes compartimos las luchas, en las personas externas a nuestros movimientos y en la vida en general, estas experiencias, nuevamente, retoman su carácter subversivo, ya que el sistema capitalista y patriarcal nos educa para la sospecha, la competencia, la experiencia de carencia y el individualismo. El autocuidado como ruptura de la visión antropocéntrica Humberto Nogueira (2003) desarrolla una reseña de la evolución de los derechos humanos. Al final de la línea del tiempo menciona “la tercera generación” de derechos humanos: “En el ámbito internacional, se ha desarrollado lo que se denomina la ‘tercera generación’ de derechos humanos, los denominados derechos de los pueblos, derechos solidarios o derechos colectivos de toda la humanidad, entre los cuales se encuentran el derecho a un medio ambiente sano o libre de contaminación, el derecho al desarrollo, el derecho a la paz” (p. 8). El hecho de que en un marco de derechos humanos se incluya el vivir en un medio ambiente sano y libre de contaminación, sólo manifiesta el peligro por el que atraviesa nuestra Tierra. Y el hecho de que el prestar atención al cuidado ambiental sea a través de las afectaciones o beneficios que el ser humano pueda obtener de éste, nos habla de una ideología antropocentrista. La propuesta que se presenta en este artículo invita a reconocer que para poder cuidar y proteger, es necesario que se lleve al mismo tiempo un proceso de autocuidado que atienda la gran diversidad de necesidades que tenemos como humanos. De esta manera, se rompe con la dialéctica de la persona que defiende y la persona que debe ser defendida debido a su vulnerabilidad, para dar paso a una visión que reconoce que todas las personas somos seres con necesidades y sufrimientos, así como víctimas de la violencia de Estado, que debemos ser atendidas por el simple hecho de que somos dignos; y la dignidad es el eje rector de los derechos humanos. La desigualdad que vivimos como seres humanos, también se vive respecto a los demás seres vivos debido a nuestra interconexión. Por tanto, el descuido en nuestro vivir como humanos, se refleja en el descuido del planeta entero y viceversa. Un ejemplo de lo anterior lo podemos encontrar en una entrevista donde Elisabeth Kübler-Ross (2016) habla del SIDA, y menciona, como analogía, que la Madre Tierra es una enferma terminal. Ella habla del SIDA como una enfermedad multidimensional, esto quiere decir que no es causada por un virus, sino por el debilitamiento de nuestro sistema inmunológico como consecuencia de la contaminación del aire, de los alimentos, del suelo, del agua. Al hablar de la Madre Tierra como una enferma terminal, hace referencia a este ciclo en el cual el descuido del Otro nos afecta y para cuidar

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