DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 189 El cuidado como resistencia La palabra “cuidado” está intrínsecamente relacionada con la medicina y la salud del cuerpo humano. Recientemente, se ha utilizado la palabra “cuidados” en un área de la medicina llamada Cuidados Paliativos, refiriéndose al acto de cuidar a personas que enfrentan una enfermedad terminal y se encuentran fuera de un protocolo de curación, es decir, de tratamiento médico. Es entonces que, ante la ausencia de tratamiento curativo, se procura cuidar a las personas, es decir, brindar los cuidados que sean necesarios para evitar el sufrimiento innecesario. Elisabeth Kubler-Ross (2016), quien fue una doctora que acompañó durante muchos años a personas con una enfermedad terminal, habló del amor incondicional como una herramienta para acompañar en este tipo de situaciones: “Creo que el amor incondicional significa respeto a mi prójimo como a mí mismo. Esto quiere decir respeto al prójimo que tiene un conocimiento sobre sí mismo que está más allá de lo que yo sé sobre ellos. Su conocimiento procede de un cuadrante distinto al mental, pero sin embargo más certero que lo que procede de éste” (p.119). Mujeres como las doctoras Kubler-Ross y Cicely Saunders buscan comprender el cuidado de otro ser humano como algo que se realiza desde dimensiones más profundas y de conexión, es decir, ellas incluyen en su cuidado el amor, la compasión y la esperanza. Reivindicar el ejercicio de cuidar ante el de curar surge de la protesta de deshumanización hospitalaria, ya que la práctica de la medicina pasó a ser el ejercicio de la técnica y del conocimiento mecanicista del cuerpo, sin integrar todos los elementos que nos componen como seres humanos: los pensamientos, emociones, espiritualidad, vida social. Por ello, pacientes en etapa terminal son mayormente vulnerados por un sistema de salud jerárquico que los priva de expresión, de movimiento y los imposibilita para una sanación. La propuesta de cuidar al final de la vida evidencia que la tendencia médica es el descuido de la persona, priorizando la cura de la enfermedad. Entendemos, de esta manera, que el sólo acto de cuidar se convierte en una acción de protesta que se desprende de un cuestionamiento de la ideología predominante. Si ahora nos situamos en la defensa de los derechos humanos, podemos encontrar algunas similitudes. En primera instancia, ante una desigualdad y un escenario provisto de violencia y represión, la acción de cuidar/proteger al otro y para ello autocuidarse también es en sí misma una acción de protesta que evidencia cómo vivimos en una sociedad que perpetúa un sistema de desprotección, de indefensa y descuido. Sin embargo, en el ejercicio de defensa también puede darse una tendencia a “curar” los efectos de las violaciones a derechos humanos desde una actitud fría o distante, con uno mismo y los demás, y perder de vista las contribuciones del cuidado y la calidez que requieren el contacto profundo con el Otro.
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