Derechos Humanos / Anuario Edición 2019

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 147 no sólo pide replantear el papel y lugar de la mujer en la sociedad, sino que privilegia “el reino de la libertad por encima de las diferencias naturales”, asegurando que la mujer ha sido esclavizada y sometida por miles de años, por lo tanto, necesita un programa de lucha por su emancipación. Usando como marco teórico el “materialismo dialéctico”, asegura que el problema de la mujer es de carácter estructural e internacional, sometido a un sistema de explotación, resultante, según asienta, de “la sociedad humana no como un hecho natural inmutable sino como contrario a la naturaleza”. Por lo tanto, al retomar esta forma de pensamiento, el concepto de “esclavitud” queda corto para explicar el fenómeno de sometimiento de la mujer, ya que los procesos de cambio en las sociedades fueron los que, de manera sistemática, institucionalizaron la desigualdad entre hombre y mujer. Además, Sankara hace una crítica severa a los hombres, y basa en el ego y la soberbia gran parte del origen de los malos tratos para con la mujer, haciendo un recorrido histórico de cómo el derecho paternal sustituye al maternal, por lo que entiende como cíclica la violencia del hombre a la mujer, y comenta que: “no tendrá fin sino con la llegada de una nueva sociedad, es decir, hasta que hombres y mujeres gocen de los mismos derechos sociales, como resultado de una transformación de los medios de producción y de todas las relaciones sociales. Por lo tanto, el destino de la mujer no mejorará sino con la liquidación del sistema que la explota” (Waters, 2003: 71). De acuerdo con esta manifestación, Sankara asume que el capitalismo, en su forma más primitiva, explota a la mujer, generando desigualdades que repercuten aún más en ellas; como ejemplo establece al obrero condenado a vivir y entregar su trabajo por un salario ínfimo, sin poder levantar la voz, y a la mujer de ese obrero que, además de sufrir esas mismas condiciones, padece de la frustración del marido, vertida en ella a través de arrebatos y violencia. A su vez, en lo relativo a la llamada “guerra de los sexos”, impone ideas sobre conciliación, entendiendo ésta como complementariedad de los sexos. De ahí su célebre frase: “las mujeres sostienen la otra mitad del cielo”. Conviene asentar que Sankara no se constriñe en su ideario a la mujer Burkinabe o africana, mucho menos a la de piel negra; en varias ocasiones aclara que la mujer blanca, aristócrata, colmada de bienes materiales (ejemplificando a la de Sudáfrica), también es vulnerada constantemente por el hombre, y menciona que incluso la infidelidad sexual puede ser perdonada al hombre, pero en el caso de la mujer advierte que, en ocasiones, tiene la posibilidad de ser asesinada. En ese sentido, los celos son otro de los puntos que toca Sankara, entendiéndolos como inseguridades, incluso poniendo en evidencia a revolucionarios que no dejan participar a sus esposas en actos políticos o de cambio social, o no darles “permiso” de hacerlo por las noches. Expresa al respecto: “qué pobreza de espíritu y qué compromiso condicional, limitado… qué clase de compromiso político es el que espera que la militancia se suspenda al caer la tarde, para recuperar sus derechos y deberes sólo al salir el sol”.

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