DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 145 El discurso en cuestión es crítico, de denuncia. Señala, por ejemplo, a las naciones que “se sustraen del derecho internacional, comandan bandas de forajidos, quienes, fusil en mano, viven de la rapiña y organizan tráficos inmundos”, lo cual es una clara alusión a la ineficacia del derecho internacional para condenar violaciones graves al derecho internacional humanitario y a los derechos humanos. Manifiesta Sankara que habla en nombre del “gran pueblo de los desheredados”, en referencia al Tercer Mundo y a lo que él asienta como una solidaridad entre África, Asia y América Latina. Más adelante, argumenta y defiende el derecho a la libertad de expresión, amparando la inocencia de la escritura y negándose a entregar lo que él interpreta como el “monopolio del pensamiento, imaginación y creatividad”. En relación con la ayuda oficial al desarrollo, Sankara pone en evidencia su instrumentación como método de control, así como la ineficacia por obra de la corrupción, nula planeación y falta de voluntad de las naciones para abordar el fenómeno de manera más integral. De nuevo recalca la imperiosa necesidad del derecho a la salud y a la educación en África y lo considera actividad obligatoria del Estado. Un punto que vuelve a surgir en sus palabras y que resulta de gran importancia es la formación militar; en este discurso ya existe una mayor contundencia en señalar su apego a los derechos humanos, y manifiesta que: “Sin formación política patriótica, un militar no es más que un criminal en el poder”. Sumado a lo ya analizado, Sankara puntualiza a los grupos vulnerables: mujeres, niños, pueblos originarios (indios), periodistas y personas con discapacidad (enfermos), argumenta que habla en nombre de ellos y hace una severa crítica al sistema de aquellos años pues lo considera injusto para la mujer explotada por el hombre, para los “indios” que no aspiran a ningún derecho, para los niños que sufren hambre, mortalidad temprana, y mueren de paludismo y diarrea porque les es negado el acceso a la salud. En lo relativo al plano internacional, denuncia bombardeos en Nicaragua, la guerra fratricida entre Irán e Irak, los ataques al pueblo palestino, así como la desigualdad jurídica entre naciones para actos de comercio y políticas monetarias, lo que considera que, junto con algunos movimientos revolucionarios “han conducido a trágicas violaciones de los derechos humanos”, siendo probablemente la primer referencia directa a éstos en sus discursos, sin que esto implique que sus palabras no hayan tenido tendencia a la defensa y difusión de dichos derechos. Bajo esa línea internacionalista hace referencia y denuncia el Apartheid, el colonialismo en Namibia, así como la lucha del pueblo Sarahui y Chad. Asimismo, y no menos importante es su siguiente señalamiento: “Por cada negro que llegaba a las plantaciones [trabajo], al menos cinco encontraban la muerte o mutilación”. Hoy, la mutilación es considerada dentro del Estatuto de Roma como Crimen de Guerra o de Lesa humanidad (dependiendo el tipo y contexto), y desgraciadamente es una violación grave y sistemática a los derechos humanos reproducida en diversos escenarios de África desde tiempos de la ocupación de Leopoldo II en el Congo Belga, hasta la época actual en República Democrática del Congo, República Centro-
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