Derechos Humanos / Anuario Edición 2019

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 109 Las personas trans no sólo cuestionan un orden naturalizado de los cuerpos, sino ponen en tela de juicio la subjetividad del otro al dejar a la vista que el género es una construcción que se lleva a cabo por medio de actos performativos.13 En ese sentido no sólo reafirman su identidad desde otros parámetros a los convencionales o con otras corporalidades (por ejemplo, mujeres con pene, hombres con vagina o cuerpos andróginos), sino también ponen en cuestión la identidad del otro, moviendo sus categorías sobre las cuales se configura su identidad. De tal forma que las personas trans, en este caso, actúan como un afuera constitutivo, que a la vez que cuestiona el orden cultural de género, lo reafirma, pues “sin la otredad no puedo reafirmarme a mí mismx”. Los significados imputados a este grupo poblacional se centran en lo que se considera humano en la sociedad, puesto que al transgredir los esquemas de género pierden su estatus de humanidad cayendo en lo abyecto, aquello que no es humano, que se encuentra fuera del reconocimiento de la matriz heterosexual que marca los géneros. Lo abyecto es “lo otro del sujeto, que incluye a aquellos otros que presentan características sexuales o raciales diferentes del sujeto hegemónico” (Soley-Beltran, 2009: 45). Ser parte de lo abyecto es aquello que no puede ser cognoscible para los discursos hegemónicos, pues, dictan, normalizan e instituyen formas de pensar, de ser, de construirse como sujeto. Las personas trans son vistas como lo no humano, aquello que es irreconocible socialmente, provocando estigma, discriminación y exclusión social. Esto lo manifiestan al repetir constantemente que ellos también son humanos y que cuentan con las mismas capacidades intelectuales que cualquier otra persona. Por ejemplo, se escuchan frases como: “nos hacen sentir como que somos fenómenos o que lo que nosotros tenemos es de otro mundo, que no va” (Beatriz, mujer transexual, 24 años, entrevista, 2012). Así, la pérdida del estatus de humanidad de las personas trans es la base fundamental para que se violenten sus derechos y se ejerza una violencia simbólica, psicológica y física extrema. Por ejemplo, las detenciones arbitrarias son derivadas de la persecución y miedo por lo diferente como un impulso a destruir o borrar del mapa aquello que causa repulsión. De la misma forma, los crímenes de odio representan el rechazo y castigo hacia las personas trans, se vuelven extremadamente violentos pues en la mayoría de los casos los cuerpos son mutilados, torturados e incinerados. Esto nos invita a pensar que no sólo se busca la muerte de una persona o grupo social, sino que hay que deshacerse de ellos hasta llegar al exterminio. En las marcas del cuerpo se refleja el odio y miedo hacia lo diferente. Para Butler (2006) el hecho de que estas vidas no sean lloradas y, por lo tanto, no se les haga justicia es porque nunca han tenido valor social. 13 Para Butler, el género es “la estilización repetida del cuerpo, una serie de actos repetidos -dentro un marco regulador muy rígido- que se congela en el tiempo para producir una apariencia de sustancia de una especie natural de ser” (Butler, 1991: 67); así, mediante la estilización del cuerpo y la repetición de los actos corporales mostramos nuestra identidad de género.

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