DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2019 103 sociedades occidentales modernas evalúan los actos sexuales según un sistema jerárquico de valor sexual (Rubin, 1989). Las prácticas sexuales más despreciadas incluyen: fetichistas, sadomasoquistas, trabajadores del sexo y las más bajas dentro de esta escala son las que transgreden las barreras generacionales (pedofilia y pederastia) (véase figura 1). En este espectro se sitúa a las personas trans, a quienes se les atribuyen estereotipos como “enfermos mentales” o “desviados sexuales”, colocándolas en el más bajo escalafón de la jerarquía sexual, y así, cuando se intersecan con otros sistemas de clasificación social son causa de prácticas de discriminación y exclusión estructurales colocando a las personas trans en situación de vulnerabilidad. Figura 1. Jerarquía sexual Fuente: gráfico tomado de Rubin, 1989. Las jerarquías sexuales producen que en la sociedad exista una permisividad y aceptación de la violencia que se ejerce hacia las personas que salen de la norma. La violencia ejercida por la sociedad a ciertos grupos sociales, como el caso de las personas trans, es una forma de coerción social que se utiliza para perpetuar el orden cultural de género, no sólo para discriminar a aquellos que transgreden las normas sino, también, propicia que existan prácticas discriminatorias entre los miembros de la comunidad LGBTI. La violencia se hace presente en “agresiones verbales, gestuales, físicas o simples miradas, así, como la ridiculización, la coacción moral, la sospecha, la intimidación, la condenación de la sexualidad o la desvalorización hacia personas por una característica particular” (Fuentes, 2010: 234). Tal como lo muestra la Encuesta sobre Discriminación por Motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género (Endosig), realizada por el Concejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) y la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CNDH), al 53.3% de las mujeres trans y al 40.9% de los hombres trans, se les negó, injustificadamente, al menos un derecho en el último año, por su orientación sexual e identidad de género (Endosig, 2018).
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