Derechos Humanos / Anuario Edición 2018

82 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2018 Cierto es que las propuestas formativas en derechos humanos y género constituyen en la universidad uno de los compromisos educativos que orientan la acción transformadora en la misma Conclusiones Los procesos de institucionalización y transversalización de los derechos humanos y la perspectiva de género requieren de múltiples mecanismos y estrategias para implementarse tanto en el ámbito nacional como local. Para tal fin, es necesario ponderar las políticas educativas, administrativas y los propios recursos económicos y materiales de los que las universidades puedan disponer para hacer factible esta reconfiguración. Además, de lo prioritario que resulta la armonización de las leyes de educación superior, de lo contrario, los programas y políticas solo tendrán vigencias determinadas, en función de los perfiles de quienes tengan interés en promoverlos como sucede con los planes actuales de enseñanza superior. Cierto es que las propuestas formativas en derechos humanos y género constituyen en la universidad uno de los compromisos educativos que orientan la acción transformadora en la misma. Por tanto, son dispositivos que van más allá del discurso para instalarse y dinamizarse en las instituciones y sus estructuras que posibilitan el acceso, socialización y aprehensión de sus principios. Se trata de modelos que incorporan valores, actitudes y conocimiento de los derechos humanos y de los estudios de género, dirigidos a la transformación sensitiva del contexto local, mediante la permeabilidad en todos los aspectos y prácticas de la institución educativa, esto es su cultura; la cual se encuentra “estrechamente ligada a los procesos ideológicos generales de la sociedad, entre los cuales tienen un papel preponderante el efecto de naturalización y el de la universalización” (Palomar, 2004, p. 29). En correspondencia, las estructuras en las que se sustenta la educación formal y, por tanto, la producción y re-producción de un discurso oficial y hegemónico, son el primer obstáculo para su implementación, pues “los patrones de dominación impuestos por la normatividad generalizada necesitan disponer de sistemas de legitimación del orden imperante” (Donoso y Velasco, 2013). Esto al considerar que la edh y la perspectiva de género plantean cuestionamientos y reflexiones no solo respecto a los saberes y prácticas, sino a todas las estructuras de dominación del orden establecido. No obstante, es innegable reconocer que en las experiencias —particularmente latinoamericanas— destacan esfuerzos orientados a la incorporación de los derechos humanos y la perspectiva de género tanto en las estructuras orgánicas como en la práctica educativa; por lo que resulta fundamental que las universidades evalúen de forma permanente y articulada los procesos de institucionalización y transversalización en la materia, en aras no solo de cumplir con los marcos jurídicos nacionales e internacionales, sino de hacer efectivo el papel de la universidad como un espacio de discusión y cambio; y que trascienda a sí misma, a partir de su propia transformación.

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