36 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2018 Estos datos ayudan a confirmar algunas tendencias que han sido visibles en la Caravana. Primero, el número creciente de personas que salen de Honduras, y también, desde hace unos años, que México se ha convertido en el guardián de las fronteras de Estados Unidos porque sigue siendo el que más deporta migrantes. Si hacemos un cálculo conservador, en este año podemos hablar que alrededor de 7 mil 600 personas han salido mensualmente de Honduras hacia México y Estados Unidos, es decir, la Caravana, lo que supone es que las personas que salen en un mes, se juntan y deciden ir de un solo [sic]. Otro indicador de una de las tendencias que refleja la Caravana es el crecimiento exponencial del número de personas que han solicitado refugio en los últimos años. Podemos ver que si en 2015, según las cifras oficiales del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (acnur), aproximadamente 15 mil personas hondureñas eran refugiadas o solicitantes de refugio; en 2016 esta cifra ascendió a 26 mil y en 2017 esa cifra llegó a 33 mil personas. Esto en un país muy chiquito, con 8.5 millones de habitantes. Si vemos los rostros de esta Caravana, jóvenes, mujeres, niños, niñas y familias, en realidad son el reflejo de la crisis cotidiana de la violencia, de las violaciones generalizadas en derechos humanos que estas personas sufren en sus países. Cuando vemos rostros de jóvenes y de niños, es parte, seguramente, de los 910 mil niños, niñas y adolescentes excluidos del sistema educativo. Además, según estudios de instituciones serias, como el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (icef), varios de estos jóvenes sufren el hecho de que Honduras tenga la tasa de ocupación laboral anual más baja de América Latina según la Organización Internacional del Trabajo, en 53%, es decir, en 47% de subempleo o desempleo. O también, son jóvenes que como algunos testimonios han dicho: “¿Tú por qué te vas? Porque en mi barrio es más fácil que me peguen un tiro a conseguir un empleo”. Son jóvenes que huyen de un país con tasas de homicidio de la población entre 15 y 19 años que, por ejemplo, alcanzan los 102 homicidios por cada 100 mil habitantes de este grupo, o que huyen de un país en el que las cifras en pago por extorsión superan los 200 millones de dólares anuales. Son cifras de extorsión de las víctimas [donde] no tienen otra opción que pagar, morir o huir. Son ciudadanos y ciudadanas hondureñas que decidieron huir porque están sufriendo las consecuencias de un Estado que, como sabemos, es actualmente liderado por un presidente instaurado mediante una elección ilegal, en unas elecciones en las que un alto porcentaje de la sociedad hondureña categorizó como un fraude electoral, que provoca, y esto es lo más importante, unas políticas públicas que no solo no pueden proteger, sino que provocan más violencia y despojo. Por ejemplo, estas políticas públicas se traducen en un aumento de 75% del presupuesto para defensa y seguridad en los últimos cuatro años, frente a un aumento solo de 25% de presupuesto para educación y salud. Este es el contexto del que huyen estos rostros. Jóvenes, mujeres, niños, familias que son los que hemos visto en la Caravana.
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