Derechos Humanos / Anuario Edición 2018

184 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2018 Probablemente, la referencia más extendida al 68 es la del “Mayo francés”, donde estudiantes, intelectuales de izquierda tomaron las calles, protestando contra la sociedad de consumo y la propia política del gobierno francés. Pero no hay que olvidar, y de eso seguramente nos hablará pronto el compañero, que ellos (los estudiantes) iniciaron el movimiento en el que luego se incorporaron obreros y militantes de distintas corrientes de la izquierda francesa, así como sindicalistas de nuevo cuño que se sumaron a lo que fue un levantamiento no solamente estudiantil, sino que implicó otros sectores de la sociedad francesa. Por ejemplo, a la revuelta de los estudiantes le siguió una huelga general de casi diez millones de obreros, entiendo. Algunas de las consignas emblemáticas, que yo creo que vale la pena recordar para refrescar un poco el espíritu de ese movimiento, fueron, por ejemplo, “prohibido prohibir”, “rompamos los viejos engranajes”, o una muy interesante y creo que poco difundida, “vote usted, yo haré el resto”, que muestran una visión no propiamente democrática en sentido formal, sino más bien una visión antiautoritaria y antiinstitucional que proponía crear algo nuevo, como lo señala también otra de las consignas famosas de entonces, que decía: “la imaginación al poder”. Protestas en ese momento y movimientos de jóvenes, no solamente estudiantiles, ocurrieron en distintas partes del mundo. En Estados Unidos, España, Italia, Argentina, Brasil, Chile, México, países de Asia, pero también en países de lo que entonces se conocía como el bloque socialista, es decir, que estaban dentro de la órbita de influencia de la Unión Soviética, como el caso de lo que entonces era Checoslovaquia, actualmente República Checa. Todo esto ocurre en el contexto de la Guerra Fría, que de fría no tenía nada; fue una guerra extraordinariamente violenta y con muchos muertos. En realidad, se trata de protestas que tienen que ver contra ese orden, que refutan al capitalismo, a las formas violentas y crueles del capitalismo, pero también al socialismo anquilosado de la Unión Soviética. Entonces, son movimientos que plantean reclamos de orden económico, político o cultural, que parten de un cambio de paradigmas tanto del statu quo vigente, como también de la izquierda tradicional que había existido hasta ese momento; de las formas de lucha y las formas de pensar y participar en política. Podríamos decir, entonces, que constituyen otras formas de rebelión, más lúdicas, más creativas, diferentes, que se mueven del lugar ya construido, y que creo que lo que tratan es de enfrentar una visión autoritaria, desde cualquier lugar que se mire. Esta visión del autoritarismo que piensa el mundo y la vida de una manera binaria y excluyente, entre dos opciones excluyentes, entre enemigos, etcétera. En ese sentido antiautoritario, sí son movimientos de carácter democrático, sin embargo, su núcleo no está en la idea de una democracia formal, podríamos decir fuertemente institucionalizada; más bien tiene que ver con un descrédito de lo institucional y lo instituido.

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