Derechos Humanos / Anuario Edición 2018

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2018 179 ra, es difícil para toda familia que un hijo complete una educación y tenga una licenciatura, pero para una familia de esas regiones, los recursos, el imaginario, las expectativas, las esperanzas, es aún mayor. Puede ser que ahora, como está la situación educativa en México, que el tener una licenciatura ya no implica mucho, que más bien estamos en el imaginario de décadas atrás que eso sí te podía llegar a ascender socialmente, pero eso sigue siendo una aspiración muy potente. Entonces, cuando este énfasis en que “es que mi hijo estaba entrando a la Normal”, era una manera también de manifestar lo que implica cuando ese proyecto queda truncado de manera indefinida, y que queda en suspenso. Que es un quiebre no para el hijo, que no está estudiando, ni para la familia nuclear, sino para todo un colectivo y a veces para una comunidad entera. Entonces, esta necesidad de que hay que entender el contexto específico, y aquí es donde yo sí jalo elementos de la investigación feminista, la necesidad de entender desde la interseccionalidad, de preguntarnos la posición social de género, de carácter étnico, racial, del contexto en el cual está viviendo la persona y cómo, entonces, una afectación tiene que ver con esas particularidades. Como parte de ello fue también escuchar sobre todo a los familiares que son indígenas. Nuevamente esta tarea de escuchar es seguir la narrativa que ellos mismos están construyendo y después tratar de entender. Uno de los tíos de uno de los desaparecidos mepa, cuando yo le preguntaba sobre la desaparición de su sobrino, él hablaba de la desaparición y después regresaba a que ahora la tierra se está privatizando; regresaba a hablar de sus sobrino, hablaba que los ríos se están envenenando; hablaba otra vez de su sobrino, regresaba que ya no hay iguanas en la comunidad en donde él vive; hablaba del sobrino y regresaba y hablaba de todo el desprecio que él ha vivido por parte de funcionarios públicos a la largo de su vida. Iba y venía de la desaparición y un entorno de despojo, de una desvalorización, de una experiencia de vida donde la desaparición no es una excepción, sino es parte de un continuo de desprecios y de descalificaciones, de desvalorizaciones. Ahí algo que escuchamos, y que está plasmado en el informe, es esta necesidad de entender la desaparición forzada dentro de un continuo de violencias, no es una excepción a la regla, es parte de un proceso de muy largo aliento, que no se reduce solo a una generación. Por último, también lo que son experiencias y mecanismos de afrontamiento, porque no nos quedamos solamente en las afectaciones, sino también cómo enfrentas esta situación de la desaparición de un hijo. Entonces, si uno piensa, como acabo de decir, de este quiebre que significa la desaparición forzada, que quiebra el referente fundamental; que ordenas la vida entre el espacio de los vivos y los espacios de los muertos, ¿qué haces frente a ese escenario?, ¿qué haces en momentos como el primero o el 2 de noviembre, día de muertos? ¿pones un altar o no pones un altar? Si pones un altar y a lo mejor tu hijo está vivo, lo estás matando, y si no pones un altar Entender la desaparición forzada dentro de un continuo de violencias, no es una excepción a la regla, es parte de un proceso de muy largo aliento, que no se reduce solo a una generación

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