Derechos Humanos / Anuario Edición 2018

176 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2018 monetario, algo que los hijos [sic] decían “la vida de mis hijos no se puede reducir a un cambio monetario”. Entonces, el informe pretendía modificar la discusión y decir “aquí no estamos hablando de indemnización, estamos hablando de verdad y de justicia”. Cómo llegar a ello, cómo dimensionar las diferentes afectaciones de familiares que han vivido los efectos de una desaparición forzada, no es una tarea fácil. Aquí me voy a detener brevemente en un poco la metodología que utilizamos. Lo que hicimos fue, en estas asambleas con los familiares, preguntar e invitar de manera voluntaria quién quería participar en las entrevistas para tener este tipo de estudio. Entonces hicimos una guía de preguntas, de carácter semiestructurado, que empezaba preguntándole a los papás cómo se enteraron que su hijo había desaparecido, qué hizo, cómo ha vivido en estos dos años, tres años, que el diagnóstico y el proceso se alargó; cómo están viviendo en su familia, cómo está viviendo ese familiar en su estado de salud, cómo están viviendo en su situación económica, cómo están viviendo en sus lazos familiares comunitarios, y qué para ellos es justicia. Entonces, esas eran más o menos el tipo de preguntas que pretendíamos hacer. Si bien este diagnóstico es la primera vez que se hace un trabajo a esta profundidad en México, incluimos dos elementos que también son bastante novedosos. Se trabajó con los niños, con los hermanos de algunos de los desaparecidos o los hijos de algunos de los desaparecidos, y también, si bien se ha enfatizado mucho que los padres de Ayotzinapa son campesinos, poco se ha hablado que también muchos de ellos son de pueblos indígenas, son mepa, son nasabi, son nahua, son huave de Oaxaca. Entonces, ¿cómo entiendes el agravio desde un ser mepa? ¿Cómo entiendes un sentido de justicia? ¿Cómo expresas el dolor como parte de un pueblo indígena? Fueron dos elementos que también incluimos en este diagnóstico. Y algo que fue fundamental fue evitar estas situaciones de revictimización. Ello implicó que, primero, se empezó desde un espacio de confianza. El equipo fue conformado por personas como Ximena Antillón, que estuvieron desde el inicio en Ayotzinapa, con psicólogas sociales con un médico, y yo era la antropóloga ahí en el equipo, pero era crear estos espacios de confianza para hacer estas entrevistas.

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