Derechos Humanos / Anuario Edición 2018

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2018 161 bientales que enfrentamos; centrarse en la creación de los ambientes y enfoques de aprendizaje que posibiliten y propicien mayor igualdad, equidad, justicia, paz, solidaridad y, sobre todo, respeto y cuidado a todos y todo, como sugiere ya Leonardo Boff (2002) en El cuidado esencial, para ir construyendo los fundamentos de un nuevo estilo de ser, tener, estar, aprender, compartir y convivir en y con el mundo. En este aspecto, la educación es central para todo esfuerzo de transformación y cambio, es medio para “Ser más para servir mejor” al otro y al mundo: yo valgo–nosotros valemos; yo quiero–nosotros queremos; yo puedo–nosotros podemos; yo decido–nosotros decidimos ser mejores transformándonos, transformando lo que nos rodea” (Lorandi, 2002). Al respecto afirma Irina Bokova, directora general de la unesco, en el prólogo del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2016, “no hay nada que se acerque al poder que tiene la educación, si se realiza correctamente, de criar ciudadanos empoderados, reflexivos, comprometidos y competentes, capaces de trazar el camino a seguir hacia un planeta más seguro, más ecológico y más justo para todos”. Sin embargo, para ello, la educación ha de asumir un carácter emancipatorio, liberador, crítico, transformador, participativo, socialmente responsable y del cuidado esencial. Además, tiene que funcionar de forma autónoma e independiente de los vaivenes políticos y periodos sexenales; contar con nuevos enfoques para la reducción de la pobreza; mejorar la salud, la igualdad de género; trabajar para el empoderamiento de las mujeres, la producción y consumo sostenibles; para generar sociedades resilientes, productivas, más iguales, justas e inclusivas. De lo contrario persistirán, con nuevas formas y discursos, la imposición y la simulación que perpetuarán las barreras que impiden el auténtico ejercicio de los derechos humanos y la justicia social en México. Lograr que se dé ese sentido a la educación en y para los derechos humanos y la justicia social, transitando del “yo, yo y yo”, al “yo–nosotros–y lo otro”, en el contexto en que estamos inmersos, lleno de contradicciones, tensiones y complejidades, es el desafío a vencer que solo lograremos con la participación y auténtico compromiso de todos y todas, conjuntando esfuerzos, saberes, recursos, bajo un mismo sentido y proyección: Educar para Ser más para Servir mejor (J.M. Balmaceda en M.Lorandi, 2002) a todos, todas y todo lo que nos rodea, haciendo de las escuelas terrenos públicos de lucha para el cambio, para significar y resignificar las relaciones de poder, dominio y subordinación, donde poder y política interactúan con el individuo y este establece relaciones dialécticas con su contexto y circunstancias, ideologías y prácticas que definen tanto a su persona como a la sociedad. Todo esto podrá lograrse si sabemos, como ciudadanos, apreciar la importancia de ser protagonistas de la construcción de la nueva historia en este momento que nos tocó vivir.

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