Derechos Humanos / Anuario Edición 2018

160 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2018 Ya no es suficiente la alfabetización y la adquisición de competencias básicas; es necesario ir más allá. Es ya urgente cambiar, fundamentalmente, la manera como concebimos a la educación La esperanza: la participación de todos y todas en la construcción del nuevo rumbo y sentido de la educación en y para los derechos humanos y la justicia social ¿De qué depende, entonces, poder iniciar los procesos que nos lleven al cambio deseado en México, que hoy se enuncia, con el nuevo gobierno, como la “Cuarta Transformación” del país, y nos posibiliten aprovechar los avances legislativos en materia de justicia social, derechos humanos y educación de calidad para todos y todas? Creemos que lo que el Relator Especial, Vernon Muñoz, sugirió hace más de 17 años, es ahora urgente e impostergable, un Plan Nacional de Educación en Derechos Humanos, con el concurso de todos: medios de comunicación, Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Secretaría de Educación Pública, instituciones gubernamentales y organismos de la sociedad civil, niños, jóvenes, familias y docentes, escuelas, empresas e iglesias, entre otros, que posibilite el conocimiento crítico de las diferentes realidades de vida que coexisten en México, como son los procesos socioculturales adquiridos en nuestras historias de vida y de país, y las prácticas sociales que de ello se derivan, como la combinación de actos e interacciones individuales e institucionales, pautas y circunstancias construidas, y que persisten en el tiempo y dan lugar a un tipo de estructura que niega, en los hechos, la justicia social, para que, gradualmente, se contribuya a la toma de conciencia de todos y todas respecto a nuestra posición y papel a jugar para alcanzar los cambios deseados, o, como diría Foucault, para darnos cuenta de esos procesos socioculturales que nos han disciplinado como sociedad, así como al desarrollo gradual de capacidades de las y los ciudadanos para cuestionar y exigir el cumplimiento cabal y puntual de nuestro marco legislativo. “No se puede ejercer ninguno de los derechos civiles, políticos, sociales, económicos o culturales sin un mínimo de educación” (Latapí, 2009, p. 258). Entonces, podemos afirmar que el pleno ejercicio de los derechos humanos en México no será realidad hasta que la educación básica y obligatoria en el país cumpla con sus mandatos constitucionales, en tiempo y forma, y que la sociedad sea capaz de exigir su cumplimiento en ese sentido. Sin embargo, no ha de ser cualquier tipo de educación, sino una, como la ya descrita, que se sustente en la promoción de la reflexión y la acción mediada por la pedagogía crítica. Una educación cuestionante, reflexiva, actuante y comprometida con el bien de todos y todas. Solo así la educación será un medio verdadero para generar la conciencia de lo que implica ser sujeto de derechos y palanca transformadora para lograr el ejercicio de todos los derechos de todos y todas y alcanzar así la justicia social. Desde esta perspectiva, ya no es suficiente la alfabetización y la adquisición de competencias básicas; es necesario ir más allá. Es ya urgente cambiar, fundamentalmente, la manera como concebimos a la educación. Ha de ser holista y respondiente a los muchos desafío y retos sociales, económicos, políticos y am-

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