Derechos Humanos / Anuario 2017
34 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2017 tendríamos que poder hacer con esta situación, es decir, tenemos que ponerla bajo nuestro control, que no se nos meta otra lógica. Traduce eso a la red, a la horrorosa malla de contención que es el andamiaje legal y, más aún, procedimental: “porque así no se hace, claro que no, se hace así y así”. Recuperemos a Foucault: el poder no está en la fuerza del no, está en la fuerza de la prescripción compulsiva de hacer cosas que no queremos y de hacer cosas que no son sensatas para otros fines. Entonces necesitabas –y necesitamos en aquella vez y necesitamos ahora, creo yo– hacer un conjunto de ejercicios para poder nombrar y decir las cosas que queremos. Primero pensar, intentar un estatus de existencia, es decir, tener un acervo de palabras para alumbrar, en el doble sentido de la palabra alumbrar: la capacidad expresiva humana alumbra algo que está ahí, pero al mismo tiempo, en cierta medida, al alumbrarlo le da nacimiento y no es que no existiera antes, sino que hace aparecer, hace mirar la impor- tancia de nombrar las cosas y la necesidad de saber que esto es completamente antagónico a la dinámica del capital, porque en esa inmediatez estamos describiendo dos lógicas distintas de cómo se hacen las cosas y lo estamos haciendo en cancha ajena. Asumiendo esa postura, que es como un marco gigante de inte- lección muy abstracto, se te abre una cantidad inmensa de trabajo para ir pensando cómo haces y cómo encaminas ese éxodo semán- tico, y cómo vas volteando las cosas que quieren ser dichas y que te parece relevante discutir y decir con otras y con otros. Entonces sí, estoy totalmente de acuerdo, y por eso sale tan di- fícil del decir. Un tipo de política no estadocéntrica siempre está en un primer plano, pero no necesariamente antiestatal porque, aunque siempre se piensa, en la relación con el estado no hacer aquello que está prescrito, es tremendamente difícil –sobre todo para quienes están en alguna función pública o algo así. Josué Hernández: ¿Cómo se va erigiendo esa provocación de lo común desde la noción, la idea de lo que“podemos hacer juntas”? Raquel Gutiérrez: Bueno, una cosa que es muy evidente, pero vale la pena ponerla con toda claridad, es que no hay común sin comu- nidad. Ahora, hay que discutir la comunidad, la cual no podemos entenderla como esas entidades cerradas, clasificables, administra- bles, etc., o sea, la comunidad indígena que se fijó en las reformas toledanas en el siglo XVI y se les dijo pueblo indígena, “gente de costumbre”, pues así no. Ésta es una base, es una historia, es una reactualización cada vez, pero es cómo te vas hilando con el resto en torno a propósitos concretos y cómo vas aprendiendo a gestionar distancias al interior de ese lograr propósitos concretos. Ésta es otra gran diferencia, digamos, de lo que era cierto canon de la vieja iz- quierda o de lo que la vieja izquierda le había copiado a la tradición confesional, católica, que era, básicamente, que tenemos que ha- Primero pensar, intentar un estatus de exis- tencia, es decir, tener un acervo de palabras para alumbrar, en el doble sentido de la palabra alumbrar: la capacidad expresiva humana alumbra algo que está ahí, pero al mismo tiempo, en cierta medida, al alumbrarlo le da nacimiento.
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