Derechos Humanos / Anuario 2017

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2017 173 Es provocador, porque la autora afirma que la lu- cha se da en las calles, al margen de las institucio- nes, incluidas las oenegés. Se trata de una masa de mujeres que ha ido creando un tejido social por fuera del Estado. Es provocador al nombrar crudamente realida- des naturalizadas como la de mestizaje o la de mi- grantes o la de violencia de género. Al mestizaje lo nombra bastardismo. El mestizaje, señala, “ es una verdad a medias de un lugar social brutalmente conflictivo, desgarradoramente irresuelto, ardoro- samente ilegítimo, y cientos de veces prohibido”. A las migrantes las llama exiliadas del neoliberalismo, a la violencia de género o intrafamiliar la llama violencia machista. Estas provocaciones son muy consoladoras cuando la cosificación, manipulación, violación, abuso y masacre de las mujeres se esconde en instituciones, discursos e imágenes. Son consoladoras porque es necesario decir que el libro transmite un dolor muy profundo y muy antiguo. ¿Cuál feminismo? Después de considerar fallida la revolución feminista inspirada en los feminismos anglosajones, María, afirma un feminismo como la posi- bilidad de repensar la sociedad toda desde las mujeres. Un femi- nismo que funciona como un compuesto químico que “con tan sólo unas gotitas, agrieta cualquier ideología para dejarla al descubierto en sus contenidos patriarcales”. “No hay que olvidar que el universal de mujer no ha funcionado de la misma manera al interior del mundo de las mujeres como el universal masculino al interior del mundo de los hombres. Cada hombre, hasta el más humillado, cultiva en su interior un vínculo muy fuerte con el universal masculino todopodero- so, y no quiere romper ese vínculo por nada. Ni los maricones, ni los discapacitados, ni los indígenas se lo han planteado nunca”. Y la autora analiza dos respuestas a la dominación machista que pone en tela de juicio: El auto-victimismo y la auto-mistificación. El refugio en la condición de víctima hace surgir “una cultura mártir cuasi sensacionalista”. Esta situación desata un proceso enfermizo que despoja al sujeto individual y colectivo de la responsabilidad sobre sí mismo. “No eres responsable de lo que vives, simplemente lo sufres”. Por otro lado, está la auto-mistificación, la visión de sí por antítesis de su opresor. El hombre es violento la mujer es no-violenta, el hom- bre es autoritario, la mujer es dialogante, etcétera. Y analiza un esencialismo colectivo que se ha desplegado en Bo- livia. “El afán de construir su propia mentira familiar es angustioso; mientras unos esconden a la india que llevan dentro como sucia mar- ca familiar, los otros la desempolvan como signo de irrefutable auten- ticidad”. Cuestiona ese indigenismo originario, esencialista y manipu- lador que se ha desarrollado. Afirma de manera muy dura que se ha transitado de “La Bolivia, antes bastarda, a la Bolivia hoy travesti”. Es provocador al nombrar crudamente realidades naturalizadas como la de mes- tizaje o la de migrantes o la de violencia de género. Al mestizaje lo nombra bastardismo. El mestizaje, señala, "es una verdad a medias de un lugar social brutalmente conflictivo, desgarradoramente irresuelto, ardorosamen- te ilegítimo, y cientos de veces prohibido".

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