Derechos Humanos / Anuario 2017
DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2017 167 poco común, que se presenta sobre todo en zonas –o países– de alta marginalidad social. El lenguaje utilizado en el Informe final es androcéntrico y, por tanto, excluyente. Los primeros diez años en el terreno internacional constituyen una experiencia valiosa. Aun cuando no existía todavía conocimiento es- pecializado, había un fuerte compromiso por abrir, de entrada, las puertas de la denuncia. Algunas organizaciones en México, en los años setenta, fueron Mujeres en Acción Sindical (MAS), el Colectivo La Revuelta, el Movi- miento Nacional de Mujeres, Lucha Feminista. En la década de 1980, hay varias organizaciones que colocan en el centro de su trabajo la lucha contra la violencia: Centro de Apoyo a Mujeres Violadas (CAM- VAC), Asociación Mexicana de Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres (COVAC), Centro de Investigación y Lucha contra la Violen- cia Doméstica (CECOVID) y algunos grupos en Veracruz, Chiapas, Colima. En los años noventa, se trabaja también sobre maltrato do- méstico, lo que se convierte en una necesidad fugitiva. Al Estado le había interesado, hasta cierto punto, la violencia sexual y apoya la creación del Centro de Orientación y Apoyo a Personas Vio- ladas (COAPEVI), que fue un proyecto conjunto de un grupo feminista (MNM) y el gobierno capitalino. Le interesó mucho más la violencia en casa por obvias razones: el énfasis se desplaza de las mujeres a las familias, del género al parentesco, de los derechos individuales a la ‘célula básica de la sociedad’. Todo eso redefine el discurso. Si hiciéramos un primer corte en 1990, tendríamos la denuncia enconada de la violencia sexual y luego del maltrato. La primera reci- bía una condena unánime, por lo menos en el discurso. La segunda se debatía hasta en los detalles. En ambos casos, la atención se colocaba en las mujeres. La causa de la violencia se buscaba en las víctimas, no en los agresores y mucho menos en el contexto. Las causas de la violación se buscaban en las mujeres: su ropa, sus actitudes, la hora en que ha- bía ocurrido el suceso. Las causas de la violencia doméstica se buscaban también en las mujeres: la comida, el trabajo doméstico, la abnegación, la confianza y la ternura. Al final del milenio La década de 1990 fue escenario de diversas re- formas legales, creación de centros especializados en atención a víctimas, multiplicación de organiza- ciones que atendían a víctimas de violencia y el inicio propiamente del trabajo con hombres. A fines de los años noventa surgió un nuevo protagonista: el aco- so sexual. No se le consideraba una forma de violencia, sino parte de la cultura. Entonces se le define como piropo, como una expresión de cortesía o como algo inevitable. Además, se entrena a las muje- res no sólo para aceptarlo, sino incluso para desearlo. Como dice Marcela Lagarde: despertar la reacción erótica del otro es lo que Las causas de la violación se buscaban en las mujeres: su ropa, sus actitudes, la hora en que había ocurrido el suceso. Las causas de la violencia doméstica se buscaban también en las mujeres: la comida, el trabajo doméstico, la abnegación, la confianza y la ternura.
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