Derechos Humanos / Anuario 2017

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2017 103 • Soberanía del Estado Respecto a la soberanía, ésta puede concebirse como “la capacidad de la organización estatal de establecer y hacer funcionar un orden po- lítico interno” (Aunión, 2009: 107). González Schmal advierte que “es en el interior del Estado, y en relación con los individuos y grupos que integran la población donde se ejercita el poder soberano” (2007: 38). El poder soberano, se manifiesta en la sociedad a través de leyes y reglamentos que requieren de un mando supremo con atribuciones de decisión y uso de coacción física para asegurar su cumplimien- to. A su vez, dichas normas fungen como parámetro de actuación de las autoridades, por ende, la soberanía del Estado se encuentra auto limitada por las facultades que cada Constitución confiere a las entidades en el poder. En relación con la migración internacional, Jorge Bustamante, exrelator de Naciones Unidas para los migrantes ha señalado que “Un principio jurídico aceptado por la mayor parte de las Constitucio- nes del mundo es que todo país tiene el derecho soberano de con- trolar sus fronteras y de decidir quién puede entrar y quien no, a su territorio” (2016: 168). Tal ejercicio de la soberanía se hace tangible en el diseño y aplicación de políticas migratorias. Asimismo, añade: “En la distinción constitucional entre nacionales y extranjeros hay implícito el establecimiento de una asimetría de poder entre nacionales y extranjeros” (Bustamante, 2016: 169). Tal distinción ha provocado el estigma asociado a la ausencia o falta de reconoci- miento de derechos a las personas migrantes, en particular quienes no cuentan con documentos, lo que ha llevado a que las personas migrantes sufran actos de violencia, discriminación, entre otros. Así pues, puede observarse que, desde su concepción, los Es- tados operan de forma hermética respecto a las personas que no pertenecen a dicha entidad política. Tal situación se acentúa a través del concepto conocido como Nación, entendida como herramienta generadora de identidad colectiva en un determinado grupo social. Cabe señalar que no habremos de introducirnos en la discusión en cuanto a si la Nación da vida al Estado o viceversa, por no ser el fin último del presente documento, sin embargo, y en concordancia con Fernando Vizcaíno, independientemente de si la Nación es primero, cuándo un Estado se forma éste requiere generar un proceso de nacionalismo. El cual puede comprenderse como: La exaltación de elementos –políticos, culturales o económicos, raciales, religiosos o históricos, subjetivos o materiales– que constituyen la identi- dad de un pueblo o nación. Esa exaltación se lleva a cabo en el discurso de las elites que aspiran al poder u ocupan el poder y a través de los medios de comunicación, la propaganda política y la educación pública y en todo aquellos que contribuye a imaginar la comunidad y a elaborar la memoria colectiva: un monumento, las festividades tradicionales, el himno, la bandera, el museo, las peregrinaciones. Esta definición distin- gue, […] entre los elementos de la identidad nacional y el nacionalismo, que no es sino la utilización de alguno de esos elementos. La definición asume también que el nacionalismo es un discurso de las elites de una

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