Derechos Humanos / Anuario 2016

64 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2016 Sin embargo, aun cuando las parteras, en el ejercicio de la medi- cina tradicional, tienen importancia fundamental en la salud y en la conciencia de los pueblos indígenas (ya que tienden a recuperar el equilibrio de la madre y del niño durante los procesos de salud-enfer- medad y responden a una forma de entender la vida y cosmovisión del mundo) y, además, que la Secretaría de Salud reconoce la exis- tencia de 22 mil parteras que atienden cada año a 370 mil mujeres (curan a las familias, aconsejan sobre planificación familiar en lugares a donde ningún médico llega), se enfrentan a la carencia de recursos y a la falta de apoyos estatales. También han sufrido un embate tanto de la medicina alópata como de las propias sociedades y, desde luego, de los médicos, quienes han desacreditado su labor; el problema se torna complejo, en virtud de que en la desatención de la partería (por parte de la medicina tradicional) subyacen diferentes violaciones a los derechos humanos, entre ellos, la libre determinación de los pueblos indígenas, la afecta- ción de los derechos a la vida, la integridad personal y la salud de las mujeres embarazadas que forman parte de los pueblos o comunida- des indígenas. La mortalidad materna e infantil son muestra palpable de la des- igualdad social y de la inequidad de género en nuestro país. La falta de atención prenatal, la insuficiente nutrición de las mujeres y la de- ficiente calidad en la atención del parto, son algunos de los factores que contribuyen a incrementar el riesgo de fallecer durante el emba- razo o el parto, que repercuten directamente en la salud de los recién nacidos. Lo más grave es que la mayoría de estas muertes pudieron ser evitadas si las mujeres hubieran contado con acceso a los servi- cios básicos de salud y de emergencia, durante su embarazo, parto y puerperio (ídem). En la actualidad, aun cuando las parteras tradicionales mesoa- mericanas ejercen una serie de prácticas y conocimientos heredados de sus antepasados y de los métodos de relación con la naturaleza y, además de que se ha pretendido sistematizar por parte del Estado mexicano encuentros de enriquecimiento mutuo entre personal de salud y parteras tradicionales (implementados por la Secretaría de Salud desde 2008), en los estados de Campeche, Chiapas, Chihuahua, México, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz y Yucatán, y en la Ciudad de México; todavía persiste la discriminación y exclusión de las sociedades dominantes, quienes han negado, menospreciado, rechazado y perseguido a las parteras tradicio- nales. Al respecto, Waltraud Leiter Ferrari, sobre la persecución de las parteras tradicionales en tiempos de la Colonia, establece: El etnocentrismo español respecto a la atención del parto por un médico, unido al poder del clérigo, quien luchaba contra toda creencia no católica, degradó la imagen de las parteras y su persecución pública en la Nueva España, siendo víctimas de la Inquisición cuando existían sospechas de tener pacto con el diablo. El único tipo aceptado oficialmente

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