Derechos Humanos / Anuario 2016
DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2016 151 tró su cuerpo en una carretera de las afueras de la ciudad. Un carro le había pasado encima y le había destrozado las costillas, luego de haber sido violada y asfixiada. Sus agresores tenían 21 y 23 años y se dedicaban al robo de autos. Los encontraron pues, entre otras prue- bas, Paulina escribió en su brazo el número de placas del auto en que se la llevaron, con efecto espejo, pues ella lo estaba viendo desde el interior del asiento trasero. ¿Qué sociedad es aquella en la que dos jóvenes se sintieron con el derecho de cometer ese crimen? Según Amnistía Internacional, una de cada tres mujeres será violada, abusada o golpeada en su vida. Cuando era pequeña, Paulina compartió el salón de kínder con 14 niñas; significa que, al menos, cuatro de ellas serán quienes lleguen a ser golpeadas, abusadas o violadas en su vida. El dato es atroz, pero habría que plantearse, como una forma de contribuir a la lucha por la justicia y la vida democrática: ¿qué hay en la vida y en la formación de las 10 niñas restantes que las previene de esta situación?, ¿qué pasó con Paulina Elizabeth que quedó expuesta a una muerte salvaje?, ¿qué pasó con las más de 2 mil mujeres en Chihuahua, víctimas de femini- cidio? Franz Vanderschueren apuesta a la organización comunitaria. Él menciona que no es insegura una comunidad que es pobre, sino aquélla que está desorganizada, aquélla en las que sus actoras y actores se encuentran atomizados, dislocados, que ni siquiera se conocen y, al contrario de salir a organizarse, se retraen al encierro. Ahí están entonces las bardas enormes, los enrejados tipo peniten- ciaría, o el alambre electrificado. ¿Hemos perdido a mujeres porque nos ha faltado organización social? ¿Cómo podríamos organizarnos en una sociedad tan tremendamente adolorida, pero, sobre todo, tan, pero tan tremendamente apática? Ante el proceso de “basurizacion” social, es decir, aquél en el que las personas no tienen relevancia social, y su muerte, escandalosa o no, deja de ser noticia o fuente de emociones para el resto de la socie- dad, los periódicos han dado cuenta, puntualmente, de este proceso de desapego. De este modo, aparecen en la portada, juntas, el cuerpo de Paulina con la ropa desgarrada, violada y sin un seno arrancado a mordidas, y una modelo de la misma edad, en traje de baño, que busca ser señorita Chihuahua. No importan. La realidad embarra en la cara lo evidente; a la población en general no le importa esos seres asesinados. Le importarán, a lo sumo, a sus familiares y amistades cercanas, pero ello no garantiza que éstas tendrán las herramientas necesarias para expresarle al mundo cuán importantes fueron esas personas, y el hueco enorme que dejan con su muerte. En este caso concreto, ¿la organización social habría salvado a Paulina de morir asesinada? Obviamente ella, con su experiencia ado- lescente, estaba organizada. Se organizó con sus mismos compañeros de escuela y de barrio para llegar juntos a la colonia. Sin embargo, su organización estaba sola en medio del sector tres. No había una orga- nización por ahí, de padres y madres de familia con hijos e hijas en esa escuela, o de hermanos y hermanas mayores, o de responsables de Según Amnistía Internacional, una de cada tres mujeres será violada, abusada o golpeada en su vida.
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