Derechos Humanos / Anuario 2016

122 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2016 quereres. El autocuidado y autoconciencia de mis relaciones y cate- gorías día a día pueden ser una forma de tantas; cambiando el orden y generando –identificando– “lo común entre nosotras”, a partir de la recuperación de formas de lenguaje que expresen aquello que queremos y necesitamos, y establecer un “nosotras” concreto: […] lo más abierto posible, y que sea simultáneamente capaz de generar modos de establecer vínculos, me parece punto de partida imprescindible para la reflexión sobre los feminismos descoloniales […] recuperar-regenerar formas de lenguaje mediante las cuales podamos expresar más precisión lo que queremos o necesitemos decir; teniendo en cuenta, siempre, que lo par- ticular/universal establece también una específica relación epistémica entre lo concreto y lo abstracto que es necesario abandonar (Gutiérrez, 2011:93). Una forma de acercarnos a un nosotras sería a partir de la escucha y el reconocimiento de nuestras vidas, de las voces de mujeres, de la recuperación de la historia oral como fuente de autoconocimiento individual y colectivo, como lo hizo Aída Hernández en los talleres de historia y narrativa en el reclusorio femenil. Por ejemplo, usar la historia oral como herramienta descolonizadora puede ser útil porque “la reconstrucción colectiva de las historias individuales podría servir para construir sororidad entre mujeres diversas y para escribir una contrahistoria que pusiera en evidencia la manera en que la colonialidad del poder marca la falta de acceso a la justica para las mujeres indígenas y campesinas” (Hernández, 2008: 193). Hacia la edificación de nuestro común desde el movimiento feminista De lo que no se puede dudar es de la trascendencia de la reconstitución de la categoría de género en una apuesta descolonial. Somos las sujetas y sujetos transformadores y generadores de alternativas, por un lado, porque hemos estado fuera de la centralidad del sujeto que detenta el poder: el hombre y por otro, porque las relaciones sororales nos hermanan entre mujeres, hombres, migrantxs, negrxs, indígenxs, originarixs, trabajodorxs, subdesarolladxs , el territorio, la comunidad y la naturaleza. Una prioridad para la apropiación de nuestros cuerpos, descen- tralizando el poder-conocimiento y la generación de relaciones más satisfactorias o más o menos complementarias con los varones, y caminar hacia lo común como metodología –camino a seguir– puede ser la autoexploración de nuestras relaciones y concepciones, y el reconocimiento de la dualidad como principio básico del ser, y con éste la existencia natural de la diversidad sexo-genérica puede significar una apuesta posible: Desde nosotras mismas, en femenino, las varias maneras de construir capacidad común para sentirnos seguras y proteger nuestros haceres –nuestro lugar–, desmontando paso a paso el conjunto de sujeciones múltiples que nos atrapan, excluyen o violentan. Se trata pues, en general,

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3