Derechos Humanos / Anuario 2016

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2016 121 hablamos, pero que a su vez no renuncien a la posibilidad de conocer, ni relativicen el valor ético y explicativo de cualquier conocimiento” (Hernández, 2008: 72). Descentralizándonos, al caminar hacia un pensamiento feminista descolonizado desde nuestra identidad mestiza-urbana de ser mujeres, para construir nuestra autonomía asumiendo que nadie sabe más que yo lo que más me conviene,tenemos que redescubrirnos el cuerpo y las historias: Leer el cuerpo es de alguna manera recontar la historia. Para leer el cuerpo es necesario observarlo detenidamente mirar sus marcas, cicatrices, formas, las marcas dejadas por el tiempo. Leer es también tocarlo una y otra vez, sentir las partes adoloridas, redescubrir los lugares de placer, darse cuenta de las partes más sacrificadas, más cargadas. Leer el cuerpo es mirarse en el espejo, es verse, admirarse con otras, mirarse en las otras. Es mirar hacia atrás… es mirar y recuperar las memorias e historias colectivas guardadas en las tradiciones, en los registros no oficiales de la historia (Lima, 2008: 24). Releyéndonos el cuerpo, reconociéndolo, así podemos apropiarnos de él y entonces sí caminaremos hacia un nuestro cuerpo colectivo, el cual, desde esta reflexión y la del Seminario, tiene una diversidad de historias de vida y similitudes. Nuestro común se centra en nuestra capacidad biológica-social de reproducirnos; en este punto convergen nuestros cuerpos e historias.En este lugar, para nosotras, se comienza a crear lo común. Porque nuestros cuerpos, en gran medida, han sido mirados en “máquinas de reproducción para el sistema de acumulación y repro- ducción del capital” (Federici, 2013). 7 Para la historia del capitalismo la reproducción es una elección que se toma en función de la cantidad de trabajo y trabajos que se quieren realizar y tener, no en función de una necesidad o deseo desde nuestros cuerpos y nuestras decisiones personales. Porque el trabajo de la reproducción de la vida simbólica y material no tiene un valor monetario ni social, aun cuando es el principio básico de reproducción de la humanidad. El trabajo de las madres es doble: el mantenimiento de la propia vida, del hijo, hija o hijas/os, más el trabajo cotidiano que implica la reproducción material y simbólica de su vida. Dejar de ser una máquina para la reproducción y buscar la remuneración o disminución del trabajo debe ser una primera práctica de nuestro feminismo; descolo- nizando la idea de las ventajas y maravillas del acceso y la equidad de género de las políticas públicas que han generado mayor presión para las mujeres en tanto se deben reproducir, trabajar y cuidar. Nuestros cuerpos de mujer son el primer lugar de descolonización, de relectura, para destejer y apropiarnos de él, de todos sus sentires y 7 Para profundizar sobre el tema, consultar la obra de Silvia Federici, principalmente Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria (2013) y La revolución feminista inacabada. Mujeres, reproducción social y lucha por lo común (2013). Releyéndonos el cuerpo, reconociéndolo, así podemos apropiarnos de él y entonces sí caminaremos hacia un nuestro cuerpo colectivo.

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