Derechos Humanos / Anuario 2016
118 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2016 de un movimiento feminista internacional, el mexicano no hubiera sido lo que fue, porque, ciertamente, compartimos las mismas estructuras capitalistas occidentales racializadas. Ahora bien, para comprender cómo la descoloni- zación del feminismo puede contribuir a desmontar los controles sobre el conocimiento de nuestros cuerpos, para enunciar las particularidades de esta reflexión y propuesta descolonizadora hay que saber: ¿ dónde situamos nuestros cuerpos?, ¿cómo los hemos cons- truido?,¿quién o quiénes deciden sobre ellos? Nadie puede saber más que yo lo que más me conviene Cuando en el movimiento feminista de la década de los sesenta, en Latinoamérica se adoptó la frase lo personal es político, se asumió de forma colectiva y grupal. Eso era personal para las compañeras femi- nistas, aunque aquellas que no se autonombraban así levantaron la bandera del feminismo. Dicha frase se transformó en el emblema de un movimiento que representó la participación de las feministas en las organizaciones y movimientos sociales en el mundo. Y las demandas de unas se convirtieron en las demandas de todas. De manera acertada se puso en discusión y crítica la vida privada, la cual encubría mucho más la desigualdad generada por las diferen- cias entre mujeres y varones. Por otro lado, asumieron que las desigualdades eran experimentadas de la misma forma, por todas las mujeres del mundo, sin reconocer las diferencias de clase, raza o etnia que entrecruzaba con la con- dición de mujer-es. Ellas no tenían las mismas condi- ciones para autoliberarse ni las mismas condiciones de opresión, y mucho menos contaban con las mis- mas reflexiones y análisis sobre sus circunstancias. La crítica a las posturas hegemónicas patriarcales se enunció desde el feminismo académico como forma de interpretar el mundo de “la mujer”, negando otras opresiones y contextos locales que implican muchas veces otras formas de relaciones y, por supuesto, opresiones. Por ejemplo, en ocasiones se esperaba que las feministas tuvieran una postura y participación activa respecto a los derechos sexuales y reproductivos, aun cuando se tratase de mujeres ñiusavi, tojolabales, lencas o kunas, en territorios donde el principal lema no son los menciona- dos derechos, sino la disputa es por el territorio, la agroexplotación, la minería o contra el racismo. Son pueblos donde las relaciones entre mujeres y varones resultan desiguales, pero no con los mismos elementos, donde la comunidad es el cuerpo político más importante y en muchos casos se encuentra en disputa con el capitalismo y el patriarcado, sin reconocer la multiplicad de sujetos/sujetas , historias, pueblos y realidades a los cuales las mujeres se confrontan. Porque el patriarcado, ya se sabe, es capitalista, pero igualmente es racista y hetero- normativo. La necesidad de hacerse autónomas a través del reconocimiento de que nadie puede saber más que yo lo que más me conviene, es un lla- mado a descentrarse, como Francesca Gargallo, en la recuperación que hace de los aportes de feministas y no feministas desde Abya Yala (Amé- rica Latina en lengua kuna) (2012), invitando a replantear las miradas feministas de las mujeres de este lugar. Desde nuestro primer espacio político está nuestro cuerpo, el cuerpo-territorio, nombrado por las feministas comunitarias mayas xinkas. Por lo tanto, la necesidad de ser conscientes sobre dón- de pongo-posiciono mi cuerpo, tomar conciencia de dónde se está y desde dónde se establecen las relaciones y la dominación patriarcal, lo cual sugiere entrever hacia dónde se quiere ir en lo in- dividual y colectivo (como colectivo, comunidad o movimiento). La apuesta por la descolonización 4 desde nuestros cuerpos siguemuy de cerca aquello que las compañe- ras feministas y no feministas de pueblos originarios, en la última década, han asimilado con mayor profun- didad: partir desde el cuerpo, como nuestro origen, el lugar de enunciación del cuerpo-territorio, como el cuerpo que nos acoge, nutre y concentra significados simbólicos y materiales. Las voces de las mujeres que Garrallo (2012) recuperó son una muestra de cómo se puedo recopilar ideas feministas de Nuestra América/ Abya Yala desde nuestras sociedades abigarradas, desde la diversidad de nuestros cuerpos, historias, memorias y voces de mujeres. 4 Otra propuesta interesante es la que nos propone la antro- póloga Rita Laura Segato. Se trata de demostrar y visibilizar el cruce entre colonialidad y patriarcado y cómo éste genera el patriarcado colonial moderno y la colonialidad de género. Centralizando el papel de la cultura a partir de una resignifica- ción en el tiempo, sustituyendo el concepto de “cultura” por el de pueblo, vinculando así la idea sobre las prácticas culturales que se transforman en el tiempo y que se reproducen en con- textos atravesados por otros procesos (Segato, 2010: 7).
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