Pasos Nueva Época 14

Verónica Neve González* 09 EN BUS UEDA EL COMPROMISO Y LA ÉTICA: EL RETO DEL DOCENTE En los planes de estudio del Sistema Universitario Jesuita, el desarrollo de competencias de los estudiantes resulta condición indispensable para alcanzar un aprendizaje significativo. Asimismo, el desarrollo de competencias de los docentes se vuelve relevante, pues implica integrar tanto sus saberes profesionales como personales para desem- peñar su función. Ante esto, se formulan diversas actividades, se renuevan las estrategias de apren- dizaje y los docentes adaptan, en consecuencia, su modo de enseñar, buscando que los espacios educa- tivos que curse el estudiante resulten innovadores y de alto impacto. Debe agregarse que ser docente implica no sólo enseñar, sino también aprender. En diversos docu- mentos y charlas, se nos ha instruido respecto a la cura personalis , que desde la pedagogía ignaciana implica tomar una postura ética de cuidar al otro . Esto coloca al docente en el compromiso moral de ser ejemplo y dar testimonio. Es a través del acompa- ñamiento al estudiante como un profesor puede humanizar su docencia (Bejar, 2017). De este modo cobra sentido lo descrito por Fabricio Alaña, S.J.: “educar es apostar y trabajar por un mundo mejor mediante la formación del corazón de las personas”, y es en esa idea que puede desarrollarse un mayor compromiso y ética docente (Ramal, 2003). ¿Qué expectativas tienen los estudiantes del compromiso ético de un profesor? Podrían encontrarse muchas respuestas al respecto; un buen inicio radica en el simple hecho de pre- guntarlo, de considerar que los estudiantes también aportan a la construcción de las asignaturas. No debe perderse de vista que los estudiantes suelen ser muy críticos al evaluar a sus docentes, tanto en las evaluaciones institucionales o en las retroalimen- taciones generadas en clase. Los estudiantes reconocen al docente como un guía con autoridad, convirtiéndolo en un ejemplo con su actuar y su actitud; así que él debe interesarse por escuchar a los estudiantes y apoyarlos en procesos sociales y personales. Y no sólo eso, sino que los cuestione en su actuar, los haga caer en cuenta de las decisiones que tomaron. El reto no es sencillo, la situación de emergencia sanitaria por la Covid-19 lo ha complejizado aún más, retándonos a demostrar cercanía y congruencia, a través de una pantalla. Los alumnos esperan un docente responsable, que propicie ambientes incluyentes, dé apertura al trabajo colectivo y genere diálogo respetuoso. Un docente que los retroalimente y, a la vez, los confronte, mostrándoles cercanía y cordialidad. Un docente que se mantenga actualizado en su cátedra, sea experto en su materia, pero también se forme y retroalimente de otras prácticas docentes en aspec- tos que busca nuestro modelo educativo, como la libertad y la justicia. Para evaluar lo anterior, en el Área de Servicio Social, además de analizar el instrumento institu- cional de evaluación de la práctica docente (IEPD), realizamos una evaluación interna a fin de obtener información orientada al servicio social. Siendo éste un espacio en donde el compromiso social es una de las competencias a desarrollar. La evaluación del compromiso y la ética del profesor son también características importantes para que el estudiante logre esa reflexión y pueda comprender mejor el contexto social en el que interviene. Si bien, en dicha evaluación encontramos resul- tados cuantitativos, como lo ilustra la gráfica 1, es importante compartir algunos de los comentarios cualitativos que se recibieron en la evaluación interna aplicada en el entorno virtual de otoño 2020, expresados por los estudiantes de manera anónima para diferentes docentes del Área de Servicio Social: • “Es una excelente persona, con amplio cono- cimiento y pasión por su trabajo y alumnos, siempre está pendiente de nuestro avance y preocupada por nuestro conocimiento, siempre empática con nuestras necesidades”. •“Muy buena maestra, comprende ante cualquier circunstancia y te lleva a ser mejor en tu servicio”.