Multiplicación del trabajo y nuevos retos para la justicia social
99 saccionales —incluidos sexuales—, intercambios de favores, periodismo alternativo y otras actividades no–reguladas), así como ilegales (hurtos, ventas informales, mercado informal, intercambios de servicios, tráfico de influencias, corrupción). Tales realida - des coexisten con el mundo de lo comunitario, lo autogestionario, lo “alternativo”: generalmente proyectos vinculados con estructuras oficiales o a–legales, los cuales se ven obligados a confrontar la imposibilidad práctica de inscribirse legalmente como nuevas asociaciones oficiales, así como el déficit de marcos políticos y decisorios para crear cooperativas. Muchos proyectos comunitarios emergentes operan sin un marco regulatorio oficial específico. El ámbito educativo es un campo apropiado para estudiar los cambios laborales en Cuba, pues refleja adecuadamente no sólo la situación de quienes de algún modo tra - bajan impartiendo educación en diversos espacios formales o informales, sino también las expectativas laborales y sociales a corto, mediano y largo plazo de quienes la reci - ben. La calidad y universalidad de la educación cubana, desde 1959, ha sido considera- da un logro del proceso revolucionario, noción generalizada entre sectores diversos de la población del país y fuera de él, reflejada por indicadores oficiales. Actualmente, este ámbito está afectado por la erosión de las condiciones de trabajo y de estudio, y por la diversificación de nuevas modalidades laborales formales e informales. El sistema educativo cubano está casi totalmente estatizado desde inicios de los años sesenta (fueron excepciones las escuelas para hijos de extranjeros y, en la esfe - ra religiosa, la formación de ministros eclesiales, catequesis, escuelas dominicales). En 1961, el Gobierno Revolucionario promovió la Campaña de Alfabetización, con la cual se alcanzó una tasa nacional de analfabetismo cercana a cero. Entre 1970 y 1980 tuvieron lugar las Batallas por el 6° y 9° grados, adquiriendo la mayoría de la pobla - ción cubana adulta un nivel educativo de secundaria; en la primera década de 2000 se llevó a cabo la Universalización de la enseñanza, creándose sedes universitarias en todos los municipios del país, proceso que, sin embargo, se revirtió años más tarde. Las generaciones nacidas en Cuba antes de 1989 se han acostumbrado a percibir la educación como un bien intangible, facilitado gratuitamente por el Estado, en tan - to derecho humano, social y cultural, reconocido constitucionalmente bajo el sistema socialista, que habría de proveer a sus destinatarios con mejores oportunidades en el mundo del trabajo, y potenció la ciencia, la cultura y el deporte, en los que Cuba tuvo logros a escala mundial. Pero a partir de los críticos años noventa, se establece en Cuba la tendencia de que los ingresos percibidos en puestos de trabajo que requieren de profesionales o personas con niveles educativos de alta calificación, han sido menores, comparados con los ingresos de quienes —aun sin poseer una esmerada educación formal— trabajan con la economía emergente centrada en los servicios (turismo, gas - tronomía, transportación y construcción privada, reparaciones de equipamiento tec - nológico, actividades de espectáculos) o en el sector informal. Esa tendencia se conoce en Cuba como “pirámide social invertida”, y el sector de la educación ha sido uno de caracterización de las modalidades emergentes de empleo
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